domingo, 30 de octubre de 2011

Venezia en Senso

"Venecia, donde nunca había estado y que tanto había deseado ver, me hablaba más a los sentidos que al alma: sus monumentos, cuya historia no conocía y cuya belleza no entendía, me importaban menos que el agua verde, que el cielo estrellado, que la luna plateada, que los atardeceres dorados y sobre todo menos que la góndola negra en la que, tendida, me abandonaba a los más voluptuosos caprichos de la imaginación. En los arduos calores de julio, al final de un día de fuego, una brisa fresca me acariciaba la frente mientras iba en barca entre la Piazzetta y la isla de Santa Elena, o más lejos, hacia Santa Isabel y San Nicolò del Lido; aquel céfiro impregnado del acre aroma salobre que me reanimaba los miembros y el espíritu, parecía susurrar a mis oídos los férvidos misterios del verdadero amor. Metía el brazo desnudo en el agua hasta el codo, mojando la puntilla que adornaba la manga corta; luego miraba cómo me caían una a una las gotas de las uñas y parecían brillantes purísimos. Una tarde me quité el anillo, regalo de mi marido, en el que brillaba un gran diamante y lo tiré a la laguna, lejos de la barca: era como si me hubiera casado con el mar."
Senso (Camillo Boito, 1882)

Senso de Luchino Visconti (1954), trailler original en italiano. Las escenas venecianas aquí.

2 comentarios:

Durandarte dijo...

Esa película es melodrama en estado químicamente puro, delirio de color que debe ser consumido con sumo cuidado, dosis moderadas.
El callejeo de Alida Valli por Venecia me ha parecido fantástico. Es una ciudad agobiante si uno se acelera en la búsqueda (el extravío está garantizado); sin embargo, si optas por dejarte llevar, te puede revelar alguno de sus secretos.
Saludos y gracias por traernos esta película.

Wunderkammer dijo...

Muchas gracias por su comentario, Durandarte.
Leído el libro a una le sorprende la frialdad que al final demuestra la protagonista y el desprecio que se cierne en torno a ella (erigido por el propio Boito).

En la película de Visconti ocurre casi a la inversa, el despreciable es el amante y la protagonista llega hasta causar pena por su delirio de amor. Me llamó la atención este diferente trato de la mujer.

La película es barroquismo puro, melodramática, sí, un festín para los sentidos (ese Mahler... sobre todo en el viaje en el carruaje. Qué secuencia).