domingo, 26 de junio de 2011

La pasión de Camille

Todo esto sale en el fondo del cerebro diabólico de Rodin. Sólo tenía una idea, que cuando él muriera yo podría alzar el vuelo como artista y llegar a ser más que él: era preciso que consiguiera tenerme entre sus garras después de su muerte igual que en vida. Era preciso que yo fuera desgraciada muerto él igual que vivo. ¡Lo ha conseguido punto por punto, porque lo que es desgraciada lo soy!
¡Puede que no te importe mucho pero lo soy!...
Estoy muy aburrida de esta esclavitud. Me gustaría mucho estar en mi casa y cerrar bien la puerta.
No sé si podré realizar este sueño, estar en mi casa...
Camille Claudel, 3-3-1930

La pasión de Camille Claudel, Bruno Nuytten (1988)

sábado, 25 de junio de 2011

El vino de los amantes

Le Vin des amants
Aujourd'hui l'espace est splendide!
Sans mors, sans éperons, sans bride,
Partons à cheval sur le vin
Pour un ciel féerique et divin!


Comme deux anges que torture
Une implacable calenture
Dans le bleu cristal du matin
Suivons le mirage lointain!

Mollement balancés sur l'aile
Du tourbillon intelligent,
Dans un délire parallèle,

Ma soeur, côte à côte nageant,
Nous fuirons sans repos ni trêves
Vers le paradis de mes rêves!

Charles Baudelaire
Imagen: El pintor y su mujer, Lovis Corinth (1902)

jueves, 23 de junio de 2011

Once on a high and windy hill...


Love is a many-splendored thing
It's the April rose that only grows in the early spring,
Love is nature's way of giving a reason to be living,
The golden crown that makes a man a king.
Once on a high and windy hill,
In the morning mist two lovers kissed and the world stood still,
Then your fingers touched my silent heart and taught it how to sing,
Yes, true love's a many-splendored thing.
Uno de los oscars más merecidos de aquella Colina del adiós de Henry King (1955) fue el que ganó la canción que daba título a la película, Love is a many splendored thing, con la música compuesta por Sammy Fain y la letra de Paul Francis Webster. Por cierto, el mismo Webster que llegó a estar nominado hasta dieciséis veces por sus canciones, una de las cuales ya incluimos en esta Wunderkammer, en la entrada Verde verano (The green leaves of summer con la música de Tiomkin).
De todas las versiones que se han hecho de esta gran canción me quedo, cómo no, con la de Matt Monro. Y por supuesto, con la instrumental que sonaba en esa gran apertura a la orilla del mar de la película Grease (1978).

miércoles, 22 de junio de 2011

Del esplendor en la hierba

Aunque mis ojos ya no puedan ver ese puro destello, que me deslumbraba. 
Aunque ya nada pueda devolver la hora del esplendor en la hierba,
de la gloria en las flores, no hay que afligirse. 
Porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo...
What though the radiance which was once so bright
Be now for ever taken from my sight,
Though nothing can bring back the hour
Of splendour in the grass, of glory in the flower;
We will grieve not, rather find
Strength in what remains behind...
William Wordsworth
Ode: Intimations of Immortality from Recollections of early Childhood (1807)
Esplendor en la hierba (Elia Kazan, 1961)

martes, 21 de junio de 2011

Brenda Starr


Brenda Starr, reporter, fue un famoso cómic que inició su andadura en el año 1940. Su autora fue Dale Messick, que trabajó para el Chicago Tribune Syndicate. A pesar de su éxito y a causa de los muchos prejuicios que debió vencer por ser mujer, sus tiras cómicas no se publicaron diaramente en el Chicago Tribune, aunque sí en la edición dominical del famoso periódico. La intrépida periodista pelirroja, con un espectacular físico a lo Rita Hayworth, se hizo tan famosa que todavía en los años ochenta del siglo XX Messick seguía escribiendo las historietas, aunque fueran ya otras artistas las que las ilustraran. La última edición data de enero de este mismo año.
Yo la conocí por la película realizada en 1989 y protagonizada por dos de los actores que siempre y de forma fiel han participado en mis propias películas. Sí, sí, esas que yo imagino cada vez que leo un libro, especialmente cuando cae en mis manos una historia romántica que se preste a ello. Uno es Timothy Dalton, por aquel entonces en pleno auge de su carrera, gracias a su papel de James Bond en The Living Daylights (1987) y en Licencia para matar (1989). La otra es Brooke Shields, a la que yo tengo comparada con Monica Bellucci, en el sentido de ser dos grandes bellezas que no han hecho grandes películas y que han estado siempre desaprovechadas (más la primera que la segunda, claro).
Timothy Dalton hacía del enigmático Basil St. John, con un parche en el ojo que le daba esa apariencia tan sexy y Brooke de la atractiva pelirroja que recorre el mundo para escribir sus peculiares reportajes periodísticos. Siempre pensé que tenían mucha química pero puede que fuera porque era una pareja que yo llevaba tiempo imaginando en mi cabeza. Se cuchicheó por aquel entonces que también lo fueron en la vida real pero a la Shields siempre le supusieron relaciones de lo más inverosímiles, así que, a saber... (nada más hay que recordar a Georges Michael o a Michael Jackson... en fin...). Sea como fuere siempre han conformado una pareja de cine... aunque sea solo y exclusivamente para mí.


Brenda Starr (Robert Ellis Miller, 1989)

lunes, 20 de junio de 2011

Du liebtest mich doch

(...) Y cuando la brisa nocturna, húmeda y cálida, que penetra por la ventana abierta cerca de mí, da tan extrañas formas a las volutas del humo, llevándolas hacia la mate oscuridad adonde no alcanza la lámpara de pantalla verde, me siento seguro de estar ya soñando.
La cosa es grave entonces, pues esa seguridad suelta las riendas a la fantasía. (...)
Impresiones recibidas antaño por el sentido de la vista se renuevan de modo extraño, evocando los mismos sentimientos de entonces.
Con qué interés observo cómo se hace ansiosa mi mirada, tratando de captar aquel rincón en la oscuridad. Aquel lugar, del cual va decantándose cada vez con más claridad una luminosa imagen. Cómo la absorbe; o cree hacerlo, pero es feliz al mismo tiempo. Es decir, que se entrega cada vez más, recibe cada vez más, se alucina, fabrica su propio embrujo más... cada vez... más.
Y he aquí, con toda claridad, como entonces, la imagen, la obra de arte de la casualidad. Surgida de lo olvidado, recreada, configurada, pintada por la fantasía, esa artista de talento fabuloso.
No es grande, sino pequeña. No está completa en realidad, pero es tan perfecta como entonces. Pero se difumina infinitamente en la oscuridad, hacia todos los lados. Un todo. Un mundo... Tiembla en su interior la luz y una honda armonía sin sonidos. Ninguno de los alegres rumores exteriores puede penetrar. Exteriores no ahora, quizá, sino entonces.
Abajo deslumbra el damasco; motivos de plantas y flores cruzan, se redondean y se entrelazan. Sobre él, el plano transparente de cuya base se eleva esbeltamente la copa de cristal, llena a medias de oro pálido. Delante, soñadoramente extendida, una mano. Los dedos reposan, inertes, sobre el pie de la copa. Un anillo plateado abraza uno de ellos, y sobre aquél sangra un rubí.
Desde la delicada muñeca, el delicado crescendo de las formas que quieren ser brazo se borra en el conjunto. Un dulce enigma. La mano de mujer descansa, soñadora e inmóvil. Sólo en la parte de esa blancura mate que cruza blandamente el azul claro de una vena se percibe el pulso de la vida, existe el ritmo lento y violento de la pasión. Y al notar mi mirada, se acelera más y más, se hace más salvaje, hasta llegar al estremecimiento, y a la súplica: Déjame...
Pero mi mirada gravita pesadamente, con placer cruel, como entonces. Gravita sobre la mano, en la que late temblorosamente la lucha con el amor, el triunfo del amor... como entonces... como entonces...
Lentamente se desprende del fondo de la copa una perla, flotando hacia arriba. Como la alcanza la luminosidad del rubí, llamea en color rajo de sangre y muere de súbito en la superficie. En este instante todo quiere desaparecer, como turbado, y por mucho que la mirada se esfuerce en revelar dibujando los suaves contornos.
Ahora desapareció; se perdió en la oscuridad. Respiro hondo, pues me doy cuenta de que eso lo había olvidado. Como también entonces...
Al echarme hacia atrás, cansado, me traspasa el dolor. Más ahora ya sé tan seguro como entonces: Tú me amabas realmente... Y es por eso por lo que ahora puedo llorar.
Thomas Mann, Visión (Estudio en prosa), 1893.
Imágenes: Giovanni Boldini.

viernes, 17 de junio de 2011

Resumiendo


Cuando se está tanto tiempo sin escribir al final se hace más difícil volver a recomenzar. Sobre todo cuando pasan tantas cosas, cosas que te marcan, pero sobre todo, que todavía tienen la capacidad de sorprendente, para bien y para mal: las injusticias, las decepciones, las alegrías, los sinsabores... la vida.
Vivimos tiempos extraños, bajo el influjo de desgracias y eclipses rojos. Quiero vencer el pesimismo, los miedos... quiero que venza la esperanza y la alegría. Quiero... quiero... Quiero creer.
Sitting on a park bench
years away from fighting
to cut a long story short 
I lost my mind
Standing in the dark
oh I was waiting for man to come
I WAS beautiful and clean
and so very very young
to be standing in the street
to be taken by someone