domingo, 7 de octubre de 2007

Mulholland Drive



Dice así Óscar Bartolomé en Multicine sobre esta obra maestra:

"El mundo en el que se mueve Lynch es onírico, como “El Aleph”, de Borges, porque su aspiración es convertirse en un entomólogo de los sueños, o en un mago, que viene a ser lo mismo"

Mulholland Drive es una suerte de Wunderkammer posmoderna en la que Lynch expone imágenes que nos causan verdadera estupefacción. Y más que nada, lo que nos causa es la maravilla, en un plano próximo a la surrealidad de Aragon. Decía Breton que lo fantástico no deja de pertenecer al dominio de la ficción sin consecuencias, mientras que lo maravilloso brilla en la última cumbre del movimiento total y concierne a la afectividad en su totalidad (como cita Puelles).

Sueños y realidad deconstruidos en idílicas imágenes hollywoodianas y agobiantes ambientes que proceden del imaginario de su autor llegan a nuestros ojos en una maravillosa confusión laberíntica. La consecuencia es una desconcertante emoción.