jueves, 29 de abril de 2010

El guardador


 Pequeño homenaje a las Meninas. Ramón Gaya

El arte en interiores es un buen inquilino
(siempre tu cortesía cerca del forastero).
 La belleza en los lienzos, las hermosas palabras,
y el alivio en la pena de quienes, suplicantes,
piden benevolencia con sus versos.
El Museo es la casa, y tiene guardador,
que prudente vigila la gozosa aventura.
Adelanto mi adiós. Nada se acaba...
(...)
Recordaré, sin duda, tanta gracia
desde el otro lugar que la esperanza aloja:
los años compartidos, la amistad procurada,
con el respeto fiel de la constancia.
Un impulso creciente enaltece lo dado
para que el tiempo ampare con amor,
y sean duraderas las reliquias del arte.

Dionisia García, El guardador (Abril, 2010)

viernes, 23 de abril de 2010

Primavera en Pompeya

Examinar desde cualquiera de las dos ciudades el entorno cubierto de ricos viñedos y de árboles frondosos y recordar que bajo las raíces de todos los cultivos silenciosos yacen aún casas y más casas, templos y más templos, edificios y calles que esperan que los descubran, resulta tan prodigioso, está tan cargado de misterio y cautiva de tal modo la imaginación, que se diría que es insuperable y superior a todo lo demás. Excepto el Vesubio; porque el monte es el genio de la escena. De cada huella de la ruina que ha dejado mirarnos de nuevo con arrobado interés hacia donde se alza su humo en el cielo. Queda fuera de nuestro alcance cuando nos abrimos paso por las calles en ruinas; sobre nosotros, cuando subimos a los muros derruidos; lo seguimos entre cada vista de las columnas rotas, cuando pasamos por los patios vacíos de las casas; y entre las guirnaldas y los entrelazamientos de las vides exuberantes. Al dar la vuelta hacia Paestum para ver las imponentes estructuras construidas siglos antes de Cristo las menos antiguas, y que siguen en pie con solitaria majestad sobre la llanura yerma asolada por el paludismo, vemos desaparecer del panorama el Vesubio, y lo esperamos de nuevo al volver con el mismo interés estremecido, como la pesadumbre y el destino de toda esta bella región que espera su terrible momento.
Hace mucho calor al sol este día de principios de primavera que regresamos de Paestum, pero mucho frío a la sombra: tanto que, aunque al mediodía comemos muy a gusto al aire libre junto a la puerta de Pompeya, el arroyuelo vecino nos proporciona hielo para el vino. Pero el sol brilla luminoso; no se ve ni una nube ni una gota de vapor en el cielo azul sobre la bahía de Nápoles, y esta noche habrá luna llena. No importa que la nieve y el hielo sean gruesos en la cumbre del Vesubio, ni que hayamos estado caminando todo el día en Pompeya, ni que los agoreros afirmen que los extraños no deben estar en la montaña de noche en tan insólita estación. Aprovechemos el espléndido tiempo; disfrutemos al máximo de nuestro viaje...

Charles Dickens, Estampas de Italia, 1846.

Es el fragmento literario que he escogido para leer en el Black Coffee de Lola Gracia. Tenía que girar en torno a la primavera. Yo visité Herculano y Pompeya y también me asomé al cráter del Vesubio en días soleados del otoño de 1996. En aquel entonces no había humo aunque en el siglo XIX sí, por lo que el ascenso a su cumbre y la contemplación de cerca debía ser mucho más impactante. Dickens continúa describiendo esa jornada de primavera con la posterior visita al volcán, ya de noche y bajo la luz de la luna llena. Ésta es una más de las espléndidas estampas que sobre Italia escribiera de uno de los más grandes escritores de todos los tiempos tras su estancia anual en la ciudad de Génova, allá por el año de 1844.

¡Muchas gracias por la invitación, Lola! Fue un placer coincidir con Dionisia García en el plató. Precisamente hoy el Museo Ramón Gaya ha dedicado el día del libro a la lectura continuada de la obra de esta gran escritora en el mejor homenaje que se le podía hacer. Mañana colgaré un fragmento del cuento que me ha tocado leer a mí. ¡Feliz día del libro a todos!

sábado, 17 de abril de 2010

La bebida en Encadenados


Así como los dos hombres de la película corresponden a los dos aspectos de los deseos de Hitchcock (el apasionado y el reprimido), las dos mujeres (Ingrid Bergman y Leopoldine Konstantine) funden y confunden los papeles de esposa y madre. (...) Esta confusión entre amor materno y amor erótico- brillantemente sugerida a través de la fusión de las sombras de madre e hijo contempladas desde la drogada visión de la Bergman- no es peculiar de Hitchcock, por supuesto; a menudo fue la catálisis para famosas transmutaciones literarias y artísticas. Lo que resulta tan llamativo de esta manifestación de la vida de Hitchcock en aquel momento, y en la película, es que ambas clases de amor estaban de hecho limitadas al anhelo, a la fantasía y a las no realizadas expectativas. (...)
Hitchcock sitúa e invierte irónicamente las fidelidades, confianzas, patriotismos en el sostenido motivo de la bebida: la importante fiesta del principio donde casi todos están borrachos ("Pues aún no hemos empezado a beber", anuncia la Bergman), y que conduce a la resaca de la mañana siguiente ("¡Bébalo!", ordena Grant, señalado el zumo de frutas. "¡Bébaselo de un trago!"); en las bebidas alcohólicas tomadas como un refugio al rechazo en la terraza del café y en el apartamento en Río; en las varias tazas de café envenenado; en el MacGuffin de la mina de uranio en las botellas de vino. Todas las bebidas carecen de valor y son finalmente peligrosas.




El propio Hitchcock finalizó la cuidada estructura del film: las primeras seis escenas son completamente la inversa de las últimas seis, y los más importantes hitos narrativos están señalados por tres progresivamente secretos y más íntimos besos. Y dentro de esa estructura fue mezclando sus torturados anhelos y conflictivos deseos -los lóbregos temores atormenatods por la muerte de amar y ser amado, el anhelo de la expiación, los resentimientos familiares, las aspiraciones perdidas y la amarga esperanza de una renovación- y los combinó en unas frases que escribió para la Bergman. En el avión que los lleva a Río (...):
"No veo por qué debería sentirme tan mal. Cuando hace años me dijo lo que era, todo se derrumbó para mí. No me preocupaba lo que pudiera ocurrirme. Pero ahora recuerdo lo cariñoso que era antes. Lo cariñosos que éramos los dos. Muy cariñosos. Es una sensación curiosa... como si me hubiera ocurrido algo a mí y no a él. Entienda, ahora ya que tengo que odiarle. U odiarme a mí misma".

Donald Spoto, Alfred Hitchcock: la cara oculta del genio (1983).

jueves, 15 de abril de 2010

La parte por el todo VIII

¿A cuál bella dama de "(in)mortal semblante", como ella misma diría, acompaña este melancólico y romántico paisaje del cual hemos sacado este sugerente separador de libros?

 Aquí una segunda pista: la atormentada dama.

 Y aquí el cuadro al completo. ¡Enhorabuena, Conch!

martes, 13 de abril de 2010

El tiempo entre costuras

Hacía tiempo que un libro no me enganchaba desde la primera página... ¡qué digo la primera página! ¡desde el primer párrafo y la primerísima frase! Aunque a priori desconfíe de los best sellers sabía que la novela me iba a gustar, en primer lugar porque conozco a la autora, que es compañera de facultad, y con lo buena profesora que es con toda seguridad habría bordado la novela, como todo lo que se propone; y en segundo lugar por el tema. Alguna vez he dicho por aquí que mi abuelo era sastre. O puede que no, aunque una vez hablé de él en la entrada dedicada a Lo que el viento se llevó. Él tenía una sastrería en una céntrica y muy vetusta calle de mi ciudad. Aunque era granadino pasó toda su infancia en Tánger. Con lo cual eran elementos que, por lo que decía la contracubierta del libro, también estaban presentes de alguna u otra forma en la vida de la proganista de este novelón, Sira Quiroga.
Me he leído El tiempo entre costuras de un tirón. Todas las partes de la novela, ambientada en diferentes lugares como Madrid, Tánger, Tetuán o Lisboa, en los momentos previos, durante y posteriores a la Guerra Civil española, son interesantísimas. Si la primera te engancha por el tormentoso y doloroso romance de la protagonista, la última lo hace por ese fuerte sabor que tiene a buena película de espías a lo Notorius (Hitchcock), que hasta una se ha ido imaginando pasajes en blanco y negro y todo. Aparecen además personajes de existieron realmente y cuyas vidas se van cruzando con la de la modista.
Ahora voy más liada que una calabaza pero a ver si le hago una reseña como Dios manda y no como el comentario a la ligera que he hecho en Lecturas Reunidas sobre la última novela policiaca que ha caído en mis manos.

viernes, 9 de abril de 2010

Más del CAC-Málaga



Me pregunta Antonio Díaz que qué me pareció la exposición de Erich Fischl en mi visita relámpago al CAC de Málaga. El centro se inauguró en 2003 y dicen que es el segundo más visitado en España después del IVAM. Está enclavado en el antiguo Mercado de Mayoristas, un edificio racionalista inaugurado en 1942. Me gustan los antiguos espacios industriales rehabilitados que adquiren un uso museístico, por lo que no me lo quería perder.
Me siento una extraña visitante en los espacios expositivos. Me gusta ir en soledad y observar cómo se disponen, cómo se han distribuido las obras, cuáles son las actitudes de los visitantes o de las personas que trabajan allí... es deformación profesional. Típicas cosas de museóloga... supongo. Me gusta tomar fotografías con esa mirada aunque no siempre es posible, de ahí mi aficción por los fotógrafos que han realizado series sobre los interiores de los espacios expositivos, desde Gustav le Gray, pasando por Cartier-Bresson hasta Eve Arnold, Elliot Erwitt o Alberto Schommer, por poner algunos ejemplos. 
No soy especialista en arte contemporáneo y por ello trato de aprender cuando acudo a los museos y/o centros de arte. Lo que más me gustó de la visita al CAC-Málaga es ver a esos niños disfrutando con sus monitoras de la colección de Carmen Riera, trustee (qué mal suena la palabra en español "patrona") de numerosas fundaciones y con una colección de prestigio que fue iniciada por su marido, Salvador Riera. Cien de sus obras han sido cedidas al CAC por un periodo de cinco años (prorrogables), de gran interés, entre las que se encuentran las realizadas por Andy Warhol, Basquiat, Juan Muñoz, Louise Bourgeois o Anish Kapoor. La obra de éste último era la que atría a los adolescentes como un imán y el cual, por cierto, ha sido noticia en los últimos días. De su Islamic Mirror pudimos disfrutar en Murcia en el Museo de Las Claras.
Y bueno, la exposición de Erich Fischl. Cuadros de formato espectacular con toreros enfrentados a los toros enmarcados sobre grandes fondos de arena, con juegos de luces y sombras muy contrastadas y mediterráneas. Juzguen mejor ustedes mismos.

sábado, 3 de abril de 2010

Felicidades, Padrino

Si la memoria no me falla la primera película que compramos para el primer reproductor de DVD fue Salvaje (Laszlo Benedek, 1954). Un rebelde dando la nota en los felices cincuenta. En los USA, of course. Aunque mi interpretación favorita es la de El Padrino ("Le haré una oferta que no podrá rechazar"...). Así que un souvenir más para el baúl de los recuerdos. Ah, y ¡feliz cumpleaños, Mr. Brando! (Marlon Brando, 3 de abril 1924-1 de julio 2004).


La escalera

¿Quién me presta una escalera
para subir al madero
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta popular

Descendimiento (José Hernández Navarro, 2001)
Foto: Wunderkammer