domingo, 16 de octubre de 2011

Las huellas de lo ausente

"El estilo de Ozu es de una parquedad extrema (...). La extrema reducción de los motivos de su cine hacen pensar, también, en el trabajo del arquitecto Heinrich Tessenow, con quien Ozu comparte el aprecio por una concepción artesanal del arte y del mundo, así como una inclinación por un estilo pausado, desnudo y ritual.
En realidad, lo que acerca entre sí a artistas culturalmente tan distantes como Tessenow, Morandi y Ozu es, ante todo, su condición solitaria y apartada, su estar al margen de las modas y las corrientes dominantes, su insistencia en repetir una y otra vez los mismos elementos, haciendo crecer su obra no tanto en extensión cuanto en profundidad. En todos ellos, tras unas formas que pueden parecer inocuas, se esconde una mirada perturbadora y corrosiva. La actitud despojada de Ozu, su radical inactualidad, da como resultado un cine terso, palpitante, que alcanza una absoluta serenidad y transparencia. Viene a la mente la frase que Paul Valéry escribió en una carta dirigida a F. Brunot: "Hace falta más espíritu para prescindir de una palabra que para emplearla"(...)
A través de los planos vacíos, Ozu crea entre el espectador y el relato un nexo ajeno a la dramaturgia, un elemento neutro en apariencia, capaz de provocar, a la vez, distancia e intimidad. Con este procedimiento elíptico, se evocan situaciones o aspectos que no se muestran explícitamente, o se subraya la importancia de lo que no se dice, de lo que no acontece. De este modo se revelan las huellas de lo ausente. Lo curioso es que el cine de Ozu pretende estar ceñido a la crónica de lo cotidiano, ateniéndose estrictamente a los aspectos inmanentes de la realidad, a lo que podríamos denominar la prosa del mundo. (...)
El inventario de lo cotidiano se convierte, entonces, en una invocación espiritual."
Carlos Martí Arís, Silencios elocuentes (2002)

Yasujiro Ozu (12 de diciembre de 1903-12 de diciembre de 1963), Banshun (Primavera Tardía, 1949)

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