Hay que ver lo poco que me duraban a mí las muñecas recortables con sus vestiditos todos tan monos y tan fashion... que al par de días se quedaban las pobres decapitadas. Que donde se pusiera una muñeca como Dios manda con sus vestiditos de verdad, esto es, una preciosa Nancy tan guapa y tan hippy ella, que se quitaran las muñecas de papel.
Según un blog dedicado a muñecas recortables no se sabe el origen de este juego aunque está documentado desde el siglo XI. Tal y como las conocemos aparecieron en el siglo XIX en Inglaterra y Alemania en el seno de familias acomodadas "como modelos, no sólo de vestuario, sino también de conducta". Fue la editorial inglesa Fuller, en 1810, la que creó la muñeca Little Fanny, con poemas, historias moralistas y un completo vestuario. Hasta han sido objeto de exposición, como la que se hiciera en el Museo del Traje en diciembre de 2007.
Abren la entrada varias imágenes: el vestuario de Ava Gardner, muy años cincuenta, la muñeca recortable de Edivas, que data de "mi época" y paperdolls de Barbie y sus amigas, que son las que tienen las niñas de ahora. Claro, que éstas lo tienen más fácil hoy con los ordenadores que las de mi generación. Y si no pásense por: www.stardoll.com/es o por www.esbarbie.com... Esta última página toda una incitación a las compras compulsivas. O a lo mejor, para variar, exagero. Mejor no pensarlo y... ¡a jugar!
Según un blog dedicado a muñecas recortables no se sabe el origen de este juego aunque está documentado desde el siglo XI. Tal y como las conocemos aparecieron en el siglo XIX en Inglaterra y Alemania en el seno de familias acomodadas "como modelos, no sólo de vestuario, sino también de conducta". Fue la editorial inglesa Fuller, en 1810, la que creó la muñeca Little Fanny, con poemas, historias moralistas y un completo vestuario. Hasta han sido objeto de exposición, como la que se hiciera en el Museo del Traje en diciembre de 2007.
Abren la entrada varias imágenes: el vestuario de Ava Gardner, muy años cincuenta, la muñeca recortable de Edivas, que data de "mi época" y paperdolls de Barbie y sus amigas, que son las que tienen las niñas de ahora. Claro, que éstas lo tienen más fácil hoy con los ordenadores que las de mi generación. Y si no pásense por: www.stardoll.com/es o por www.esbarbie.com... Esta última página toda una incitación a las compras compulsivas. O a lo mejor, para variar, exagero. Mejor no pensarlo y... ¡a jugar!
6 comentarios:
Junto con los Peta-Zetas (que no me atrevía a comer al principio porque pensaba que iba a salir volando, como el del dibujo del sobre), el sobre de Fresquito y las piruletas, las muñecas de papel eran un clásico los domingos después de misa. Mi abuela nos llevaba al horno de pan y allí nos compraba alguna chuchería y, a veces, una de estas muñecas. Aún recuerdo a mi Azucena, una de estilo gordito y cabezón, o a mi Linda, que tenía un abrigo azul con gorro a juego. Mi hermana mayor tenía unas como más adultas, con unos conjuntos que iban de estudiante con carpeta y paraguas a bata de casa, con mesa de plancha y todo. Políticamente incorrecto, vamos. Llegó a tener dos iguales ("las gemelas" las llamábamos) y también se hizo una, sacando el modelo de un dibujo de María Pascual.
Por casa de mis padres están todavía los vestidos y algunas muñecas. Qué reliquias tan entrañables. Merecen, creo yo, estar en la Wunderkammer.
Con lo de lo políticamente incorrecto me ha recordado usted a la canción aquella de:
"lunes antes de almorzar, una niña fue a jugar pero no pudo jugar porque tenía que planchar... Así planchaba, así, así, así planchaba así así, así planchaba así, así, así planchaba que yo la vi"
Que ya a mí de niña me chirriaba... a ver por qué no podían los niños quedarse sin jugar para ir a planchar... ja, ja.
Los Peta-Zetas eran la bomba, nunca mejor dicho... a mí me no me hacían mucha gracia. Yo fui siempre más de regaliz negra, mi chuchería favorita.
La verdad es que esto de las muñecas recortables nos trae unos recuerdos... como lo de los cromos. Qué desastre, yo perdía siempre y luego me daba peso de conciencia, sobre todo por unos que me regaló mi tía, creo, y los perdí jugando... menudo trauma. Se me quitaron las ganas de jugar a juegos de azar para toda la vida.
Me sorprende que todavía sus padres guarden esas requias tan entrañables. Un 10 para ellos (y para usted y sus hermanas que me da la sensación que debían ser de lo más cuidadosas).
No son ya los padres, sino las casas paternas las que se convierten en las wunderkammer que custodian nuestra niñez y adolescencia. La de mis padres es la típica con dos pisos y muy mala distribución. La parte de arriba ha quedado sin usar (allí estaban las habitaciones) y conserva libros, revistas y multitud de cosas nuestras. Mi madre siempre está diciendo que tenemos que ir un día y poner orden. Yo me voy llevando cosas poco a poco: libros, dibujos, carpetas que contienen cosas mías... Mi madre es la más cuidadosa. Mi padre lo es menos. En sus tiempos quemó todos sus programas de mano antiguos, porque no los consideraba valiosos. Para pegarle.
Mis hermanas y yo siempre hemos cuidado nuestros juguetes, lo que no está reñido con disfrutarlos. Acuérdese del post sobre Nancy ;)
Tengo yo unos imanes para el frigorífico a lo muñeca recortable de papel con la Bettie Page y sus múltipes indumentarias de lo mas calentufo...
La única diferencia entre un niño y un adulto es el precio de los juguetes (y que en los de los niños no aparecen genitales).
Pues ahora que dice usted lo del calentufo, Sr. Rentero, me ha recordado al nacimiento de la Barbie.
Dice Wikipedia:
En los años 50, Ruth Handler se dio cuenta de que su hija (Barbara), prefería jugar con muñecas con características adultas, en vez de las infantiles. En esos momentos, la gran mayoría de las muñecas que se fabricaban eran infantiles. Al darse cuenta del posible negocio, decidió proponérselo a su esposo y cofundador de Mattel, aunque la idea no llegaría a buen puerto, debido a la reacción que mostró el director de Mattel.
Ruth Handler, durante un viaje a Alemania, descubrió una sex doll en un escaparate, llamada Bild Lilli, que no era precisamente un juguete para niñas. La muñeca en cuestión comenzó vendiéndose a hombres, pasando a venderse a niñas dada su popularidad, niñas que disfrutaban vistiéndola y cambiando su ropa. Lilli llegó a ser tan popular que traspasó las fronteras alemanas, alcanzando a los Estados Unidos.
Cuando esto sucedió, Mattel, tras haber rechazado la idea anterior de Ruth Handler, compró los derechos de Lilli. Le dieron un cambio de imagen, un nuevo cuerpo, y un nuevo nombre, Barbie, en honor a la hija de Ruth, Barbara quien nació en Willows y fue al Willows High School siendo novia de Ken Carson desde 1961.
Las niñas empezaron jugando con muñecos de niñas, luego de "jovenas", de adultas (¿de adulteras?)... para cuando muñecos de ancianos seniles y decrépitos?
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