sábado, 1 de mayo de 2010

Estancia en un fiordo

Ahora que Athena se encuentra en Williamstown me ha acordado especialmente de una estancia de trabajo en la que me fui de acompañante, allá por agosto de 2001, si no me falla la memoria.  El lugar era espectacularmente bonito, como apuntan las fotos de la entrada, aunque de nombre un tanto impronunciable, al menos así, de primeras. En concreto se trataba de Nordfjordeid, un pueblecito al fondo de un fiordo noruego con unos dos mil quinientos habitantes, famoso por su centro de investigación matemática, el Sophus Lie Conference Center. El nombre del centro se debe al matemático Marius Sophus Lie (1842-1899), que nació allí, y cuyos estudios se centraron en la teoría de la simetría contínua aplicada a la geometría y a las ecuaciones diferenciales. He puesto un dibujo basado en un grupo de Lie en la entrada, así como un mapa exponencial de la Tierra, aplicación de un álgebra de Lie.

El mayor pasatiempo ofertado en aquel bello lugar eran los paseos y la escalada. Allí las montañas son paramentos verticales y los lugares de asentamiento a veces llegan a ser estrechos trozos de tierra junto a lenguas saladas de mar - recordemos la definición de fiordo: "un valle excavado por un glaciar que luego ha sido invadido por el mar, dejando agua salada. Normalmente son estrechos y están bordeados por empinadas montañas, que nacen bajo el nivel del mar" (Wikipedia). Con mi extremado vértigo las montañas quedaban descartadas y ante el límite de aquellas altísimas paredes los paseos no podían ser muy largos. Así que mis viajes a la librería de "Norfioraid", que así se pronuncia y que consistía en una larga calle bordeada de casas de madera, fueron contínuos, pues los libros se me acababan enseguida.

Lo mejor de todo fue el viaje. Tras la llegada a Oslo tomamos un autobús nocturno para llegar al pueblecito, en un viaje que duraba nada más y nada menos que nueve horas. Era una preciosa noche boreal de verano polar, en la que la noche nunca llega a ser del todo noche y en la que transitábamos por estrechas carreteras, túneles y transbordadores. Por supuesto, no me dormí en ningún momento, fascinada con lo que veía, bordeando todo el tiempo las montañas junto al mar. Había agua y verde por todas partes, algo que siempre nos entusiasma a las personas que hemos nacido rodeados de sequía y en la aridez. Recuerdo un estrecho y largo túnel entre montañas de duras pizarras de color negro que parecían espejos de ónice que bien podrían haber sido creados a golpe de martillo por el propio Thor, el dios del trueno. El paisaje era espectacular, una de las mejores viviencias que atesoro en la memoria. Lo que siento es no encontrar mejores palabras para describir aquella sensación. 

Fue seguro el año 2001 porque el primer día en Oslo coincidió con los días previos a la boda del príncipe heredero noruego, Haakon, con la señorita Mette Marit. Se respiraba el ambiente festivo y me hizo mucha gracia el que sonara por todas partes el "Take on me" de A-ha, casi un himno nacional, en la melodía de llamada de los móviles. El viaje de vuelta, ya de día y también un espectáculo para la mirada, lo hicimos de nuevo en autobús pero esta vez a la ciudad de Bergen, donde debíamos tomar nuestro vuelo de vuelta. Bergen es otra preciosa ciudad noruega en la que me hubiera gustado estar más tiempo y que me gustó mucho más que Oslo, la que, por cierto, me sorprendió porque la esperaba mucho más grande. Ah, en Oslo aproveché para visitar la Nationalgalleriet y recuerdo el espantoso calor que allí hacía ese día de agosto, por lo que no dejamos de preguntarnos en todo momento que qué pasaba con el aire acondicionado, si es que existía, claro.

En fin, era otro recuerdo más que quería guardar en la Wunderkammer. Para concluir la entrada qué mejor música de fondo que el famoso "Take on me" de los A-ha.

5 comentarios:

Tigretón dijo...

Mi hermana (de mi familia es la más viajera) recuerda con mucho agrado su viaje a los países nórdicos (visita a Copenhague, Oslo y Estocolmo). La verdad es que debe ser preciosa toda Escandinavia (mujeres aparte ;-) )

En cuanto a a-ha (creo que se escribe minúscula la primera letra, aunque no sé porqué) y su "Take on Me" diré que el vídeo clip (que en su día, cuando era un chaval, me llamó mucho la atención, por aquella mezcla de animación estilo comic e imagen real) lo llevo en mi iPhone y no sé si por nostalgia de los 80, es uno de mis favoritos. Y bueno, cuando escucho esta canción en el coche... inconscientemente siento ganas de pisar más el acelerador, sobre todo con el ritmito inicial :D (tranquilos)

Wunderkammer dijo...

Yo sólo he visto la parte de Noruega que describo pero el resto de Escandinavia debe ser también preciosa. Es un viaje que siempre recomiendo. Y en efecto, la gente era guapísima, además me llamó la atención ver en Oslo tantas parejas jóvenes con un montón de niños pequeños y siempre con silletas. Pensé que debía ser para parar el descenso de natalidad... digo yo.

"Take on me" también es una de mis canciones favoritas de todos los tiempos, incluido el videoclip.

Susavila dijo...

Preciosas fotografías. Por cierto, Take on Me también es una de mis canciones favoritas de todos los tiempos; siempre me pone las pilas.

Athena dijo...

mahn estuvo en Noruega y me dijo que las mujeres eran impresionantes y todo el mundo era altísimo (para que él lo diga..., cómo tienen que ser de altos).

Tigretón: yo también sigo el ritmito en el coche. Es electrizante :) Y el vídeo sigue teniendo una frescura que ya quisieran otros. Bueno, bueno.. buenísimo.

Amigo indiscreto dijo...

Gracias a un entrada similar a esta, pero dedicada a tu estancia en Brno, descubrí tu blog. Me gusta que la gente cuente sus impresiones de los sitios a los que va, y si además se aliña con un poco de cultura, mucho mejor (no todo son paisajes, comida, bebida y diversión).
En cuanto a la belleza de los lugareños, yo por mi parte puedo añadir que me quedé impresionado por la belleza, la figura estilizada y el atractivo de los habitantes de las Repúblicas Bálticas. No sé si son la misma raza humana, pero muy cerca deben estar.
Y por último, efectivamente, Take on me es un himno para muchos de nosotros, de los tiempos en que salir de marcha no implicaba estar dos días encerrado en casa...¡reponiéndote!