En llamas, en otoños incendiados,
arde a veces mi corazón,
puro y solo. El viento lo despierta
toca su centro y lo suspende
en luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!
Octavio Paz
Estos días de frío, nubes y sol que por fin ya están aquí, me recuerdan siempre a mis dos otoños en París. La sensación del frescor en la cara, el olor a tierra mojada, el tenue ruido de la ciudad. Cargada con una mochila vacía, a la vuelta llena de libros y papeles, correteando de una estación de metro a otra, o esperando el autobús 21, si es que ese día se me terciaba, para disfrutar más la ciudad desde la Cité hasta Tuilleries. Sin horario fijo, sin un plan del todo decidido, con una tibia obligación.
Luego, sumergirme entre las estanterías, dejar pasar las horas muertas y al final, reconfortarse con el calor de la fotocopiadora. Decidir en el último momento dónde comer y en qué jardín pasar la sobremesa, dejando el tiempo correr, sin más compañía que yo misma y mi inseparable guía Acento. Viendo las hojas de otoño caer, con su multitud de tonalidades y disfrutando las lecturas que el azar hubiera puesto ese día en mis manos. Calando el espíritu de la ciudad, emborrachando la mirada, embebiéndome de su historia, saboreando la exquisitez de su loado encanto.
En días como hoy, en que sopla una ráfaga de viento mientras camino, en que caen las hojas de los árboles y unas cuantas gotas de lluvia humedecen la mejilla, hay que ver cuánto echo de menos mis otoños en París.
5 comentarios:
De su mano he recorrido la Ciudad Luz en un paseo gozoso y de la forma que más me apetecía, disfrutando a mi aire... gracias!!!
Bien bonitos que debieron ser esos otoños cuyo embrujo aún a veces asoma... felicidades...
Estaba intentado buscar una imagen de la portada de mi guía Acento para colgar con la entrada... pero no la he encontrado por la red. Es raro toparse con "la nada" porque se suelen encontrar cosas inauditas. Además dicen que están descatalogadas... Mis guías de París y Praga son dos reliquias para mí, les tengo mucho cariño.
Y sí, qué bonitos otoños los de "Paris... J'ai la nostalgie..."
No es por darte envidia, pero si Dios quiere y la fiebre no lo impide, mañana a las 10:50 estaré aterrizando en París...
Ay, Venti, pues sí, qué envidia... Lo que daría yo ahora por un mediodía entre hojas de otoño en los jardines del Luxemburgo, o por un atardecer en el bosquecillo del extremo de la Île de la Cité, junto al embarcadero del Pont Neuf, o por otro atardecer en el Pont St. Louis, viéndose esconder el sol por el perfil de Notre Dame... o por otro tardecer tomando un sabroso capuccino bien calentito en la Place des Vosges... y más y más.
Espléndida esta entrada Wunderk.
Aunque yo soy muchísimo menos poético que tu con París, soy más urbano, y mi mejor recuerdo es de un día que estuve en Roland Garros,(si no has ido te lo recomiendo), paseando con orgullo nuestra bandera española ante todos los franceses.
Que tengas un buen puente y un abrazo.
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