viernes, 24 de octubre de 2008

El encuentro de Jane y Mr. Rochester










"Sobre lo alto de la colina comenzaba a levantarse la luna, pálida aún como una ligera nube (...) Un bronco ruido de fuertes pisadas rompió el encanto de aquellos dulces rumores, como, en una pintura, el negro perfil de un roble o de un peñasco colocado en primer término rompe la armonía de los azules montes lejanos, de los suaves horizontes... Era evidente que un caballo galopaba por el camino (...).
No se trataba, pues, de duende alguno, sino de algún viajero que por el atajo se dirigía a Millcote. Pasó ante mí y yo dejé de mirarle; mas a los pocos instantes oí un juramento y el ruido de una caída (...) El animal había resbalado en el hielo que cubría el camino y hombre y caballo se habían desplomado en tierra. El perro acudió corriendo y, viendo a su amo en el suelo y oyendo relinchar al caballo, comenzó a ladrar con tal fuerza, que todos los ámbitos del horizonte resonaron con sus ladridos. Giró alrededor del grupo de los dos caídos y luego se dirigió hacia mí, como única ayuda que veía a mano. Era todo lo que él podía hacer. Yo, atendiendo su tácita invitación, me dirigí hacia el viajero, que en aquel momento luchaba por desembarazarse del estribo. Se movía con tanto vigor, que supuso que no se había lesionado mucho, pero, no obstante, le pregunté: ¿Se ha hecho daño? Me pareció que juraba de nuevo, pero no puedo asegurarlo. De todos modos, es indudable que profería para sí algunas palabras que le impedían contestarme. - ¿Puedo ayudarle en algo? - continué. "Quitándose de en medio"- contestó (...) A la última claridad del día y a la primera de la luna, pude examinar a aquel hombre. Bajo el gabán que vestía, podía apreciarse la vigorosa complexión de su cuerpo. Tenía el rostro moreno, los rasgos acusados y las cejas espesas. Debía de contar unos treinta y cinco años (...) Experimentaba una admiración teórica por la belleza, la fascinación y la elegancia, pero reconocía las escasas probabilidades de que un hombre que reuniese tales dotes me mirase con agrado sin ulterior mal pensamiento. Así, pues, si aquel viajero me hubiera contestado amablemente, si hubiera recibido con agradecimiento o declinado con amabilidad la oferta de mis servicios, seguramente yo me habría apresurado a alejarme. Pero su aspereza me hacía sentirme segura, y por ello, en vez de marcharme insistí: "- No le dejaré solo, señor, en esa forma y en este camino solitario, hasta que no lo vea montado". Me miró (...) - Usted no es, desde luego, una criada... - dijo. Lanzó una ojeada a mis vestidos, tan sencillos como siempre: un abrigo negro y un sombrero negro, no muy elegantes. Pareció quedar perplejo. Yo le ayudé a comprender: - Soy la institutriz. "- ¡La institutriz! ¡El diablo me lleve si no me había olvidado de...! ¡La institutriz!". Volvió a examinarme con la mirada. Luego comenzó a andar, dando evidentes muestras de que sentía fuerte dolores (...) Cogí mi manguito y me puse en marcha. El incidente había pasado ya para mí. Aunque poco novelesco y nada importante, había significado, sin embargo, un cambio, aunque breve, en mi monótona vida. Mi ayuda había sido solicitada y útil y me alegraba de haberla podido prestar. Por trivial que aquel hecho pareciese, daba alguna actividad a mi pasiva existencia, era un cuadro más introducido en el museo de mi memoria, y un cuadro diferente a los habituales, porque su protagonista era varón, fuerte y moreno."

Charlotte Brontë, Jane Eyre (1847).

Dedico esta entrada a mi amiga Athena (Un blog y punto) y a nuestra afición por la literatura inglesa del siglo XIX. Escojo el párrafo en que se encuentran por vez primera Jane Eyre y el señor Rochester. Un momento mágico, trascendental en sus vidas. No lo sabemos todavía pero para él, según declarará más adelante, el encuentro es eléctrico y determinante. Un auténtico flechazo y uno de los episodios más románticos de la historia de la literatura.

5 comentarios:

Denon Wunderk dijo...

Wunderk, la versión de TV que pudo ver ud. cuando era pequeña debe ser la que aparece Timothy Dalton como Mr. Rochester. Ahora entiendo su amor juvenil por tal actor.

Athena dijo...

¡Qué sorpresa! Acabo de leer tu comentario en mi blog y venía para acá a contestar.
La última foto que has puesto es la de la versión más reciente. Y Timothy Dalton está guapísimo de Rochester (lo he visto en youtube). Pero ella es una pavisosa de mucho cuidado. Se supone que Rochester tampoco tiene que ser guapo pero, si lo pusieran feo, las adaptaciones no triunfarían nunca, ja, ja, ja.

Lo de mi afición a la literatura inglesa no llega a tus niveles. Pues no me queda nada... Mi gusto por la lectura fue tardío, y tengo mucho que leer aún.

Bueno, pues gracias por la dedicatoria. Ya hablaremos sobre la entrada de "Expediente X"... Mahn y yo seguimos ahora otras series: "Heroes", "Prison Break", "Lost" y "The Big Bang Theory". Ahí es nada.

Wunderkammer dijo...

Suscribo lo de Dalton, es un Rochester que se come en la pantalla a esa Jane.

En este primer encuentro Jane parece encontrarlo guapo, habla de un cuadro que incluye en el museo de su memoria. Eso le debe gustar mucho a mi amigo Denon Wunderk.

Luego, cuando se lo vuelve a encontrar ante la chimenea lo describe como feo, aunque más adelante confiesa que no se lo parece.


"Reconocí a mi viajero, con sus espesas cejas y su cabeza cuadrada, que parecía más cuadrada aún por la forma en que lleva cortado su negro cabello. Reconocí su enérgia nariz, con sus amplias aletas que, a mi entender, denotaban un temperamento colérico; su boca, tan fea como su barbilla y su mandíbula; su torso, que ahora, despojado del abrigo, me pareció tan cuadrado como su cabeza. Creo, con todo, que tenía buena figura, en el sentido atlético de la palabra, aunque no era ni alto ni gallardo¨.

Con esta descripción el actor que más creo se parece es Orson Wells, aunque éste fuera grande y desgarbado.

Y en cuanto a la pobre y vulgar institutriz, me gusta ese momento en que se autorretrata en carbón, frente al retrato que le hace a Miss Ingram.

Antes se describe así: "Con frecuencia lamentaba no ser más hermosa; me hubiese gustado tener las mejillas rosadas, la nariz recta y la boca pequeña y roja. Hubiese querido también ser alta, majestuosa y bien conformada, y me parecía una desdicha verme tan pálida y de facciones tan irregulares y tan pronunciadas"

La actriz que hace de Jane que más creo que más se le parece, aunque debe ser alta, es Charlotte Gainsbourg.

P.D. Gracias por enlazarme en tu blog.

Athena dijo...

Ayer recordé que hay otra versión de la BBC, la penúltima, en la que Mr. Rochester está interpretado por Ciaran Hinds. Qué desastre: le han colocado un bigote que no le pega ni con cola. En la escena de la declaración se le ve hasta torcido.

De Jane hace Samantha Morton, que en la version televisiva de "Emma" protagonizada por Kate Beckinsale interpretaba a Harriet Smith.

Y para que vea usted cómo "todo queda en casa" y se cierra el círculo, St.John Rivers es interpretado por Rupert Penry-Jones, a la sazón el capitán Wentworth de la última versión de "Persuasión".

Wunderkammer dijo...

Qué bueno, es verdad, acabo de ver la escena en YouTube

http://es.youtube.com/watch?v=xFEro-8CNE8

Hay que reconocer que actúan muy bien, especialmente ella. La escena es muy apasionada.

Me gusta más Ciaran Hinds en Persuasión. Además en Persuasión se supone que los actores deben ser "relativamente" mayores (lo digo porque en la época tener más de treinta era casi la vejez absoluta). Por eso, cuando luego vi a Rupert Penry-Jones, me parecía demasiado juvenil para ese papel. Es muy guapo y muy inglés pero me suelen gustan más los caballeros morenos (como los irlandeses, con su sangre celta).

El Señor Denon nos va a reprender por hablar tanto de chicos guapos...