...he ahí, si no me engaño, lo que se podía leer en aquel registro mudo, más significativo en su confusa mnemotécnia que muchas memorias escritas. El alma de treinta años de existencia aún conmovida, palpitaba en aquel estrecho gabinete; y cuando Dominique estaba en él, delante de mí, asomado a la ventana, un poco distraído y tal vez perseguido aún por el eco de antiguos rumores, era cosa de saber si había venido para evocar lo que él llamaba la sombra de él mismo o para olvidarla.
Dominique, Eugène Fromentin (1863)Imagen 1
Imagen 2
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