sábado, 22 de noviembre de 2014

La edad peligrosa


Interior, Hammershoi (1906)

¿Qué voy a hacer aqui? ¿Qué quiero hacer aquí?
Llorar sin tener que rendirle cuentas a nadie de los motivos...
Está claro que todo esto es culpa de esa dichosa lluvia. Si estaba deseando todo esto. Y no es un capricho histérico, nada de eso.
Yo misma me he recluido entre estas cuatro paredes (...)

El ser humano se encuentra solo, el ser humano se encuentra solo. Cada mujer habita su propio planeta, hecho de fuego con apenas una costra de tierra endurecida alrededor. Y del mismo modo que las estrellas transitan sus eternos caminos por el espacio, así recorren las mujeres sus sendas solitarias en la vida.
Mejor les iría caminando descalzas sobre cristales, pues ese dolor nada sería comparado con el que siente cuando, con una sonrisa, abandonan la propia juventud para adentrarse en esa desesperación que llaman vejez y senectud.

Karin Michaëlis, La edad peligrosa (Den farlige alder, 1910)

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