Hace un año le dimos finiquito al 2009 con una entrada de cine clásico en blanco y negro protagonizado por Barbara Stanwyck. Como este año lo terminamos también de la misma manera, esto es, cocinando, esta vez nos va a ayudar a clausurarlo Shirley Temple (1928).
El año 1939 fue memorable para el cine puesto que se estrenaron películas tan míticas para su historia como Lo que el viento se llevó, La Diligencia, Tú y yo, Cumbres Borrascosas, El Mago de Oz, Caballero sin espada, Ninotchka, La regla del juego, Dodge ciudad sin ley... por no seguir con muchas más. También se estrenó la primera película en technicolor que protagonizaba la niña más adorada de aquel momento, Shirley Temple. Llevó por título La Pequeña Princesa (Walter Lang) y se basaba en una novela para niños que había escrito Frances Hogdson Burnett en 1904 y que a su vez había versionado de una serie por entregas que ella misma había escrito dieciocho años atrás. Muchas historias de esta época de la primera mitad del siglo XX tienen en común las desdichas de jóvenes abandonadas a su suerte en escuelas para señoritas, como Papá piernas largas, ya comentada en Wunderkammer, o en orfanatos, como la misma Annie, que aunque el conocido musical es de 1977, en realidad se basaba en un cómic de 1924. Por no hablar de Ana de las Tejas Verdes (de la canadiense Lucy Maud Montgomery, 1908) o del anime Candy, Candy (del manga de 1975). Y por supuesto, sin olvidarnos de la heroína por excelencia de este tipo de historias que para mí siempre será la Jane Eyre de Charlotte Brontë (1847).
La historia de Frances H. Burnett fue llevada al cine en diversas ocasiones, la primera vez en 1917, y se han hecho también series de televisión basadas en esta historia. Pero si había alguien que podía encarnar a la perfección al personaje de Sarah Crewe ese alguien era la dicharachera Temple que en tan sólo una década, la de los años treinta, filmó nada más y nada menos que cuarenta películas, lo que denota la popularidad que tenía la niña. A mí, a priori, simpre me pareció un pelín ñoña pero ahora que soy mamá y que tengo una nena con esos mismos ricitios y esos hoyuelos tan simpáticos la verdad es que me hace mucha gracia verla actuando. Ni que decir tiene que cantaba y bailaba de maravilla y que en esta película tiene escenas memorables, como la misma secuencia final en que la que ya junto a su recién recuperado padre se cuadra y le hace un guiño a la mismísima reina Victoria. La película cuenta cómo el capitán Crewe se marcha a la guerra y tiene que dejar a su hija en un internado para niñas. Si al principio es tratada como una princesita, al llegar la noticia de que el padre ha muerto y puesto que ya nadie puede pagar su manutención, pasa a convertirse en una verdadera Cenicienta. Curiosamente en la novela original Sarah Crewe no llegaba a encontrar a su padre. Pero corría el año 1939, en los mismísimos inicios de la Segunda Guerra Mundial, y era mejor que aquellos niños que fuesen a ver la película pensasen que sus padres volverían sanos y salvos de la guerra.
Aquel año de 1939 Shirley Jane Temple ya contaba con once años de edad. Se pensó en ella para El Mago de Oz, que a punto estuvo de no protagonizarla Judy Garland, y también para el papel de Bonnie Blue Butler en Lo que el viento se llevó, aunque fue descartada porque era ya demasiado mayor. Pero lo cierto y verdad es que la niña elegida finalmente, Cammie King (según la Imdb no haría más películas pero interpretó la voz de la novia de Bambie) parece una versión de ella misma con menos edad.
He seleccionado unas imágenes de la Temple vestida de Papá Noel y, por supuesto, una imagen suya cocinando, como nos toca hacer a nosotras hoy (no me gusta cocinar... pero con una pinche tan voluntariosa como la mía hace que no me importe nada meterme en la cocina). También incluyo dos fragmentos de la película de The Little Princess, uno en el aparece en la cocina y otro con el famoso y emotivo final en el que se encuentra con su padre, al que daban por perdido, en el hospital. Con Reina Victoria incluida.
Desde Wunderkammer, ¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS!