La nostalgia napolitana que me invadía estos días era por algo. Se notaba, se presentía, se intuía... que iba a reencontrarme con mis queridos amigos de allí, la mia cara famiglia napoletana. Para eso y muchas cosas interesantes más ha servido el Facebook.
Así es que... no puedo hacer lista de "yo nunca..." porque está claro que dije que me quitaría del Facebook y... "nunca digas nunca jamás".
Aunque me haya suicidado como Wunderk. Que miren ustedes que me cae mucho mejor que yo misma... Pero tampoco era muy práctico tener dos cuentas. EN FIN... :)
Últimamente han aparecido por esta bitácora películas que tienen un factor común: matrimonios en crisis que inician un viaje a un lugar exótico y remoto donde a su vez realizan un viaje hacia su interior siempre catárquico.
Así ocurre en el Viaggio a Italia de Rossellini, en las versiones literaria y cinematográficas de El Velo Pintado e incluso, en cierta medida, hasta podría incluirse Revolutionary Road (un matrimonio en crisis y un viaje a París planeando por toda la película). No desentona Remando al viento (con los Shelley en Suiza).
Pero no podía faltar esa gran película que en 1989 rodara Bernardo Bertolucci a partir de la novela casi autobiográfica de Paul Bowles (1910-1999), El cielo protector (1949). Otra joya cinematográfica.
Uno de mis cedés favoritos es el de la música para películas compuesta por Nino Rota e interpretada por la Orchestra Filarmonica della Scala de Milán. La dirige Riccardo Muti, director de orquesta napolitano nacido en 1941 que estudió composición con el mismo Rota.
Allí aparecen los temas de El Padrino de Coppola, La Dolce Vita y Ocho y Medio de Fellini, El Gatopardo y Rocco y sus hermanos de Visconti… una auténtica maravilla.
No he encontrado en la red estas interpretaciones en particular o no sé cómo encontrarlas o subirlas. Pero al menos dejo aquí alguna de la música de la que hablo.
Call Life: though unreal shapes be pictured there,
And it but mimic all we would believe
With colours idly spread,—behind, lurk Fear
And Hope, twin Destinies; who ever weave
Their shadows, o’er the chasm, sightless and drear.
I knew one who had lifted it—he sought,
For his lost heart was tender, things to love,
But found them not, alas! nor was there aught
The world contains, the which he could approve.
Through the unheeding many he did move,
A splendour among shadows, a bright blot
Upon this gloomy scene, a Spirit that strove
For truth, and like the Preacher found it not.
Perceval Shelley (1792-1822)
Hablaba en la entrada anterior de la película El velo pintado de John Curran (2006), protagonizada por esos dos grandes actores que son Edward Norton y Naomi Watts, que además son sus productores ejecutivos.
Hace poco Eme dedicaba una entrada en su bitácora a esta película. Como allí decía, hacía muchos años que había visto la versión de 1934 de Richard Boleslawski protagonizada por Greta Garbo. He estado viendo algunos fragmentos en Youtube y ella está fantástica, tanto por su original vestuario como por su interpretación de una fría Kitty Fane. También llaman la atención los escenarios de estudio y algunas imágenes de fondo o segunda unidad, rodadas en China, que sirvieron para otras películas.
Cuando vi en el cine la versión moderna no recordaba nada de la película en blanco y negro ni tampoco había leído la novela de William Sommerset Maugham (1874-1965). Así que me gustó mucho, tanto por la magnífica banda sonora de Alexandre Desplat como por la fotografía de Stuart Dryburgh, con los sugerentes escenarios de la provincia china de Guangxi. Mi espíritu empedernidamente romántico disfrutó con la historia de amor de un matrimonio de conveniencia con los convencionalismos propios (y valga la redundancia) de época victoriana tardía que terminan enamorándose. Y sobre todo el proceso de maduración y casi humanización de la protagonista femenina.
A continuación leí el libro de Sommserset Maugham que fue escrito en 1925. Hacia la mitad del libro me daba cuenta que tomaba un giro diferente y que no era igual. La historia es mucho más amarga y los personajes “reales” estaban más endurecidos. Walter Fane no tenía tanto protagonismo y su resentimiento era mucho mayor. Por supuesto, no existía el perdón. Me chocaba que el personaje de Kitty pudiera volver a caer en los brazos de Charlie Townsed.
Pero como he leído en el blog de Bina 007, la versión actual entra en cuestiones sociales en las que no entra la novela, como las motivaciones del colonialismo o de las misiones católicas. En ese sentido es más posmoderna, por la inclusión de la “angustia liberal postcolonial” pero no lo tiene al incluir una reconciliación romántica de los personajes. En la novela de Maugham la protagonista no queda conforme ni curada tras la experiencia, todo lo contrario, su enfado con el mundo es mucho mayor. Tiene una hija, que no un hijo, y lo que desea para ella es que sea tan fuerte e independiente como cualquier hombre. Así pues, en ese aspecto la película no es tan moderna (¿postmoderna?): “There are no dreams of female emancipation”.
Un tema que me fascina y que era leit motiv de la película El velo pintado (John Curran, 2006) es la Gnosienne n. 1compuesta por el músico francés Erik Satie (1866-1925).
Como curiosidad, se incluye en la Wikipedia el siguiente párrafo:
Hasta el año de su muerte en 1925, absolutamente nadie excepto él entró a su habitación en Arcueil desde que se mudó hacía veintisiete años. Lo que sus amigos descubrieron ahí, después de su entierro en el cementerio de Arcueil, tenía el encanto de la tumba de Tutankamon; además del polvo y las telarañas (lo cual entre otras cosas aclaró que Satie jamás compuso usando su piano), descubrieron numerosos objetos: - una colección de unos cien paraguas, algunos aparentemente jamás usados; - el retrato que le hizo su amiga Suzanne Valadon en 1893; - cartas de amor y dibujos de la época de Valadon; - otras cartas de todos los períodos de su vida; - su colección de dibujos de edificios medievales (hasta entonces sus amigos empezaron a ver la relación entre Satie y ciertos anuncios de periódico anónimos acerca de “castillos en plomo” y cosas parecidas); - otros dibujos y textos de valor autobiográfico; - otras cosas memorables de todos los periodos de su vida, entre ellos siete trajes de terciopelo del periodo del “caballero de terciopelo”. Pero lo más importante, había composiciones de las cuales nadie había oído hablar (o que se creían perdidas) por todos lados: atrás del piano, en las bolsas de los trajes de terciopelo, etc. Estas incluían las Vexations, Geneviève de Brabant, y otros no publicados o no terminados, como “el pez soñador”, muchos ejercicios de la Schola Cantorum, un conjunto no conocido de las piezas “caninas”, algunos otros trabajos para piano, muchas veces sin título (las cuales fueron publicadas como Nuevas Gnossiennes, Pièces Froides, Enfantines, Música de amoblamiento, etc.).
Es mejor meditar una película antes de atreverse a hablar de ella pero en este caso permítaseme hacer una excepción. Me ha gustado mucho, no sólo por el sello inconfundible del cine de Sam Mendessino principalmente por la actuación de los actores, que están magníficos. Se nota la química tan grande que hay entre Kate Winslet y Leonardo DiCaprio y después de once años tras Titanic la pareja hasta se ha acompasado. Ella está realmente guapa.
La película es la adaptación de una novela de Richard Yates (1926-1992) y por lo que he podido comprobar el film se centra en una etapa concreta de la misma por lo que me gustaría tener la ocasión de leerla. No quiero desvelar demasiado porque es mejor ir a la sala del cine sin saber de qué va.
El sello Mendes es inconfundible y muchas veces me ha recordado a American Beauty: los encuadres, ese momento en el que el vecino mira la casa de los protagonistas, por poner un ejemplo, o la música tan característica de Thomas Newman (que, por cierto, ha sido nominado a los óscars por la banda sonora de WALL-E), entre otras cosas. Chirría un poco el personaje del matemático loco (qué típico tópico) que hace de Pepito Grillo y que dicen que es como los borrachos de las películas de John Ford. En ese sentido sí se explica su presencia.
Veo que la película solamente ha sido nominada a los óscars por mejor actor secundario (Michael Shannon), dirección artística y vestuario. Tanto Winslet como DiCaprio se merecían haber estado nominados. Al menos ella lo está por The Reader y tras seis nominaciones a lo largo de todos estos años yo creo que es de justicia que por fin le den el óscar. Desde luego, se ha merecido los dos globos de oro y estoy muy contenta por ella.
Se nota que le tengo cariño desde que interpretara tan bien a la Marianne Dashwood de Jane Austenen la versión de 1995 de Sentido y Sensibilidad (otro de los óscars no conseguido).
Remando al Vieto, película de Gonzalo Suárezde 1987 es un excelente retrato del romanticismo con una de las mejores bandas sonoras que yo recuerde. Hace tiempo que voy tras ella…
Incluyo en mi Wunderkammer uno de los temas principales, la Fantasía sobre un Tema de Thomas Tallis de Ralph Vaughan Williams (1872-1958).
En 39 escalones hay una muy buena y completa crítica sobre esta joya del cine español. Allí dice sobre la música de Williams: “extraordinaria composición, emocionante, lúgubre y majestuosa, sensible y bellísima al mismo tiempo, que se corresponde perfectamente con la narrativa y la estética de esta gran película”. Mejor no se puede definir.
Tuve un sueño que no era un sueño, el sol se había apagado y las estrellas ya no lucían…
I had a dream, which was not all a dream. The bright sun was extinguished, and the stars Did wander darkling in the eternal space, Rayless, and pathless, and the icy earth Swung blind and blackening in the moonless air
Seguimos con la dedicatoria a Nápoles, la capital del antiguo Reino de las Dos Sicilias. Traemos aquí su voz por excelencia, la del tenor Enrico Caruso (1873-1921). Fue el cantante más popular de las primeras décadas del siglo XX y uno de los pioneros de la música grabada.
Incluimos una de las canciones napolitanas más conocidas, como es ‘O Sole Mio (1898) y la interpretación de Una furtiva lagrima, el romance del acto segundo de la ópera L'elisir d'amore de Gaetano Donizetti (1797-1848) y E lucevan le stelle del tercer acto de la de Tosca de Giacomo Puccini (1858-1924).
Siguiendo con la entrada anterior y agradecida por la imagen que nos trae Durandarte ilustro ésta con fotogramas de esa estupenda película que filmara Rossellini en 1953 y que llevó por título Viaggio in Italia.
Ohè! Chi sente? E chi 'mo canta appriesso a me? Ohè, pe' tramente s'affaccia 'a luna pe vedè! Pe' tutta sta marina 'a Procida a Resina se dice: guarda llà 'na femmena che fa!
Ritornello: Maruzzella Maruzzè, t'e miso dint'a lluocchie 'o mare e m'e miso 'npietto a me 'nu dispiacere. 'Stu core me fai sbattere cchiu forte 'e ll'onne quanno 'o cielo è scuro: primma me dice si, po' doce doce me fai muri.
Maruzzella Maruzzè
Con letra de Enzo Bonagura Maruzzella fue compuesta por Renato Carosone en 1955. Es una de las músicas que mejor me transportan a una ciudad caótica, llena de contrastes pero profundamente magnética. En la memoria se mezclan las vistas del golfo desde Capodimonte y la certosa de San Martino. El vértigo de una maravillosa visión desde el cráter del Vesubio. Las calles empinadas de Positano y de la costa amalfitana. Los estratos de historia de Herculano y Pompeya. Las sulfataras de Pozzuoli. La cueva de la sibila de Cuma. Y ya en la ciudad la riqueza de los museos, Santa Chiara, el Christo velato de San Severino y los belenes de San Giorgio Armeno. Y tantas, tantas cosas...
Hablaba en la entrada anterior de Goldie Hawn y ello me ha llevado a momentos de muchas risas gracias a sus personajes. Me acuerdo cuando éramos unas criajas mi amiga M.J. lo mucho que nos reíamos con sus películas que nos poníamos en vídeo cada vez que nos juntábamos. Los ataques de risa tonta viendo Juego Peligroso (Foul Play, 1978), en donde compartía papel con Chavey Chase y un divertidísimo Dudley Moore.
Más tarde nuestra película favorita era Un Mar de líos (Overboard, 1987) que además nos gustaba por su tinte de comedia romántica y por la química con Kurt Russell que era su pareja en la vida real. Qué bien hacía de rica pija y luego lo mal que lo pasaba la pobre ya amnésica sirviendo al brutote de Russell y a los cafres de sus hijos.
Esas dos películas siempre fueron nuestras favoritas. Años más tarde ya la vimos en el cine haciendo pareja con Mel Gibson en Dos pájaros a tiro (Bird on a Wire, 1990) y con Steve Martin en Esposa por sorpresa (HouseSitter, 1992), ambas también muy divertidas.
Sé que ha hecho más películas y que La muerte os sienta tan bien es una autoparodia por las muchas operaciones de cirugía que lleva la mujer en el cuerpo. Nosotras siempre recordaremos las risas que nos pegábamos con todas sus películas y los momentos tan divertidos que siempre nos hizo pasar.
Muchas de las actrices de ahora tratan de imitarla, como Cameron Diaz o Renée Zwellweger, pero nunca jamás podrán ser como ella. Solamente a su hija, Kate Hudson, que ha heredado su sonrisa, se le puede perdonar.
He visto un montón de películas últimamente pero no me he encontrado con el ánimo y la inspiración suficiente como para hacer una crítica en condiciones. Ni siquiera lo estoy hoy pero para dejar constancia en este archivo de mi memoria de lo que pasa por la retina hago un pequeño intento.
Creo que de todas las que he visto me quedo con las cómicas. Por ejemplo, hoy he visto la de las dos novias en guerra, una comedia que sabía que iba a ser del todo previsible pero que al final no ha resultado tan mal. O lo mismo es que necesitaba echarme unas risas... Tengo que confesar que Kate Hudson siempre me inspira simpatía, sobre todo porque de pequeña adoraba a su madre, Goldie Hawn, que puede que sea la actriz cómica con la que más nos hemos reído yo y mi amiga M.J. Y en cuanto a Anne Hathaway me da que es la nueva Julia Roberts, al menos se parecen bastante, con lo cual no me convence mucho. La han nominado a un globo de oro pero no por esta película.
En realidad me gustó mucho más Una familia con clase porque tiene los ingredientes justos que me van: ironía fina, clase alta inglesa y... Colin Firth. Además la banda sonora tiene su gracia con temas actuales interpretados en clave de jazz y años veinte. Parece que la hecho el mismo compositor de las películas de Baz Luhrmann (Rometo y Julieta y Moulin Rouge), Marius de Vries. El director de la película es Stephan Elliot, el de Las aventuras de Priscilla, reina del desierto y es una adaptación de una obra de teatro, Easy Virtue que fue llevada al cine por Alfred Hitchcock en 1928.
He aguantado películas infumables. La peor de ellas ha sido The Spirit. Para cortarse las venas. A punto estuve en la secuencia en que aparecen vestidos de nazis Samuel L. Jackson y Scarlett Johanson. Y hasta confieso en que me metí a ver Di que sí, a pesar de que Jim Carrey me da urticaria. Pero me la esperaba tan mal tan mal que luego no fue para tanto y hasta encontré al actor de lo más comedido. No sé si será la (in)madurez (la suya o la mía).
En lo relativo a El intercambio, opino como Garci, creo que está algo sobrevalorada. Y Angelina Jolie no me ha parecido que esté especialmente creíble, yo la encontré mucho mejor en Un corazón invencible. De las infantiles la mejor es Bolt con diferencia aunque El valiente Desperaux no está mal.
Y me he dejado para el final Australia. Película extraña que en un principio parece que lleva el ritmo de Moulin Rouge y de repente se transforma en un Pearl Harbour. Está llena de inconsistencias y lo mejor de las dos horas largas es ver a Hugh Jackman. Y poco más.
En fin... that's all. Está claro que ha sido un repaso de lo más soso y que hoy no es mi día. Tampoco la cartelera es que haya dado para mucho más.
P.S. He olvidado colocar Gomorra, que vi poco antes de Navidad. Retrato espeluznante y absolutamente real de una Nápoles que yo solamente pude intuir y ver muy de refilón anni fa.
Si las institutrices de las novelas inglesas del siglo XIX siempre fueron mis heroínas indiscutibles de la literatura, como lo es el prototipo por excelencia, mi adorada Jane Eyre, en el caso del cine clásico del siglo XX siempre me atrajeron las periodistas. Mi actriz favorita encarnando esta profesión es la genial Barbara Stanwyck y en cuanto a personajes míticos me quedo con la Lois Lane de Superman (por cierto, cuántas veces pensé en estudiar periodismo, lo mismo esto de las bitácoras sirve para luchar contra una frustración o cumplir un sueño, según se mire).
Barbara Stanwyck, o Ruby Catherine Stevens, que era su verdadero nombre, fue una actriz profundamente trabajadora y polifacética que injustamente, como tantos otros grandes de la meca del cine, no ganó nunca un premio de la Academia. Tuvo una infancia muy difícil y desde niña prácticamente se tuvo que ganar la vida. Fue Frank Capra el que la lanzó a la fama y con este director rodó una de las películas en las que precisamente hace de periodista, Juan Nadie (Meet John Doe, 1941). Vale que su personaje no es muy honorable pero queda redimida en esa fantástica escena final en la que intenta que el personaje de Gary Cooper no se suicide.
También hizo de periodista en la película que citábamos entradas más abajo, Christmas in Connecticut (1945). Aunque una de mis favoritas es la que encarna a la Blancanieves moderna, esto es, la corista que ha de convivir con ocho sabios que compilan una enciclopedia para enseñarles su jerga mientras escapa de su novio mafioso. Se trata de Bola de Fuego (Ball of Fire, Howard Hawks, 1941) en la que de nuevo compartía papel con Gary Cooper, el indiscutible príncipe de la historia. Qué bien que está él de timido profesor despistado en contraste con la terremoto de la Stanwyck. Muy divertida la escena en la que al entrar en la biblioteca dice ella: "¡Qué montón de libros! ¿Son todos diferentes?". Y es que ellos conforman, sin duda, una de mis parejas favoritas del cine clásico.
Nunca fue guapa guapa, aunque a las guapas guapas como Ava Gardner y Lana Turner las tuvo que sufrir como amantes de su segundo marido, el adonis de Robert Taylor, con el que estuvo casada doce años. Pero y qué más daba, porque ya fuera en comedia, melodramas, haciendo de madre sacrificada, de mujer pérfida, de periodista independiente, de corista desenfadada... lo que hiciera falta, en cualquier registro, Barbara Stanwyck estaba siempre bien. A mí hasta me encantaba ya de mayor protagonizando series de televisión como Los Colby o El párajo espino, una de mis preferidas de aquellos tiempos.
Dejo aquí algunas fotografías de ella con mi adorado "Gary Cooper que estás en los cielos" así como algunos fragmentos en los que ambos comparten escenas míticas de la historia del cine.
Con esta entrada supero los sesenta posts. A esas edades deben entrar crisis como la de los cuarenta por lo que, tal y como llevo pensando un tiempo, me apetece cambiar la imagen de mi perfil. Me han dicho muchas veces que es un poco siniestra y que doy un poco de yuyu (¿será así también en la vida real?). La imagen no tiene mucha calidad porque la saqué a partir de una fotografía hecha a un periódico en un sitio no muy bien iluminado. A mí me gusta mucho pero me he cansado de ella.
He traído aquí otras posibilidades por si quieren ustedes ayudarme a elegir. También cumplen con la condición de ser mujeres en relación con el arte... aunque lo mismo sería mejor liarme la manta a la cabeza y decantarme por una de Ava Gardner, como la que adjunto, que es una maravilla. Ava va de diosa y contempla una reproducción de la Venus de Milo. Es de la película Venus fue mujer (One touch of Venus, 1948). O bien podría elegir cualquiera de las que adorna la bitácora: Ava de bruja, Ava en Forajidos, Ava leyendo.... Por cierto, que dicen que Ava antes de conocer a su segundo marido, Artie Shaw, solamente se había leído la Biblia y Lo que el viento se llevó... Su héroe juvenil era Clark Gable así que quién le iba a decir a ella en aquellos tiempos que terminaría haciendo Mogambo con él... Me he vuelto a ir por los cerros de Úbeda porque la cuestión es ¿cambio de imagen?...
Siguiendo con la serie de entradas sobre mi música favorita hoy le toca el turno a los Tears for Fears, el dúo de Bath, uno de los mejores grupos de los años ochenta.
Compuesto por Roland Orzabal y Curt Smith, llegaron a hacer grandes cosas juntos, a pesar de que su amistad, que dura desde la adolescencia, ha tenido altibajos a lo largo del tiempo. Siempre me dio la sensación de que Orzabal, descendiente de españoles, debía ser una persona con mucho carácter y algo difícil de aguantar, pero puedo estar equivocada (si no es así espero que me perdone).
Lo que sí es cierto es que Orzabal daba la imagen de persona de carácter, con esa voz prodigiosa de fuerza increíble, como se ve en Woman in Chains, cantada con Oleta Adams (que se hizo famosa gracias a ellos), y llena de matices, como puede comprobarse en Head over Heels. Pero si buena es su voz también, aunque de muy diferente cariz, es la de Curt Smith, dulce y magnética, como puede verse en Mad World o en Everybody wants to rule the World (el título de esta canción siempre me servía para aprender que el "everybody" es singular). Cuando cantaban los dos juntos al alimón daba como resultado canciones tan buenas como Pale Sheltter:
"When you don’t give me love, you give me pale sheltter, you don’t give me love, you give me cold hands, and I can’t operate on this failure, when all I want to be is completley in command”.
En su discografía hay álbumes buenísimos como The Hurting (1983) y Songs from the Big Chair (1985)- cómo no, que a veces parece que no pasé de 1985-, y por supuesto, The Seeds of Love (1989), que es una auténtica joya, como la misma canción que da título al álbum y que roza la perfección. Ahora bien, no me pregunten por qué la roza… porque el caso es que me identifico más con Shout, y su solo de guitarra, que tanto le gusta a Pale, o los sonidos del bajo de The Hurting.
Esta entrada va dedicada a mi amiga Pale Blonde, a la que también le gusta la buena música de este grupo.
Si hay una película que inevitablemente me alegra el espíritu, esa es Cantando bajo la lluvia (1952). Quería empezar el año lo más vital posible y Ramón Monedero me ha dado la idea ya que él ha escogido un fotograma de la película para su “Momento del Mes”. Seguro que me perdona que le copie vilmente.
Verdadero canto al cine, tiene números musicales irrepetibles como Make ‘Em Laugh, con el divertido Donald O’Connor, el mismo Singing in the Rain, la mejor secuencia de Gene Kelly por siempre jamás o Good Morning, en la que aparece Debbie Reynolds que siempre me pareció una mujer encantadora. Viendo, a la vez que cantando esta última canción, he llegado hasta llorar de emocionada alegría en más de una ocasión. El Broadway Melody del final es único en su género, con una espectacular Cyd Charise de la que decían que tenía las piernas más perfectas de su generación y de hecho parece que llegaron a estar aseguradas.
No soy crítica de cine, aunque sí tengo una gran afición, por lo que pretender hablar de esta gran película como si lo fuera es una irreverencia. En realidad tengo que confesar que me faltan las palabras. Seguro que Ramón lo haría mejor que yo.
Así que, aprovechando que extrañamente caen algunas gotas por estos lares cantemos bajo la lluvia. Y, de paso, feliz año para todos.