sábado, 29 de noviembre de 2008

Expediente X y Los Simpsons






Decía Ramón Monedero que a él la serie que más le gusta es Los Simpsons. Como a mí la que más me gusta es Expediente X aprovecho para colocar aquí las fotografías del mítico episodio en el que Mulder y Scully van a Springfield para investigar un caso paranormal.

Del mismo modo, Homer Simpson apareció en el capítulo The Beginning, el primero de la temporada 6 de Expediente X. Dejo aquí también ese fragmento y de paso le dedico a Ramón esta entrada.

Por cierto, en la última imagen aparece al fondo, fumando y apoyado en un archivador, el personaje de El Fumador del que hablé ayer al comentar el episodio piloto. En esa misma posición aparece por vez primera en la serie.

Papá piernas largas




La entrada de hoy la dedico a mi madre que me contagió su amor por el cine. Ya desde pequeños nos llevó a mi hermano y a mí a ver películas con bastante frecuencia, algo de lo cual he sido consciente en los últimos años al comprobar que no todos los padres de la gente de mi generación tenían esa costumbre. Ahora sí que es algo más habitual y al menos los de hoy llevan a sus hijos al cine por Navidad. En realidad ella seguía la costumbre que tenía mi abuelo pues a pesar de los tiempos de posguerra la llevaba a ver películas para niños como los clásicos de Disney. En aquellos años, la década de los cincuenta, estrenaron La Cenicienta (1950), Alicia en el País de las Maravillas (1951), Peter Pan (1953), La Dama y el Vagabundo (1955) y La Bella Durmiente (1959).

Tuvo la oportunidad de ver muchos musicales que siempre recuerda con entusiasmo, como Siete novias para siete hermanos (1954) o Papá piernas largas (1955). También veía cine clásico y siempre la he oído hablar de las películas de Audrey Hepburn como Vacaciones en Roma (1953) o Sabrina (1954); o de las de Doris Day, como El hombre que sabía demasiado de Alfred Hitchcock (1956) o Confidencias a Media Noche (1959). De esta última ya de adolescente le gustaba imitar sus modelitos, muy años sesenta. En esa época de bisagra entre la niñez y la adolescencia recuerda especialmente Tú a Boston y yo a California (1961).

Los padres suelen transmitirnos sus gustos así que cuando descubrí el libro de Papá piernas largas, escrito por la norteamericana Jean Webster (1876-1916), lo compré inmediatamente y lo debí leer en la época de los quince años. Esta Wunderkammer es la excusa perfecta para indagar sobre esas cosas que nos marcan en la vida y ahora tenemos la herramienta perfecta para investigar con rapidez sobre ellas, como es el caso de Internet.

Jean Webster nació en Fredonia, Nueva York, y su nombre verdadero era Alice Jane Chandler Webster. Se crió con su madre, abuela y bisabuela, activistas en la lucha de la igualdad racial y del derecho al sufragio femenino, lo que le marcó profundamente. Su madre era sobrina de Mark Twain y su padre era asesor del escritor. En el colegio empezó a ser conocida como Jean, variación de su segundo nombre, puesto que tenía una amiga que se llamaba como ella y así podían distinguirse. Estudió inglés y también economía, especialidad sobre la que versó su tesis de 1901, sobre la pobreza en Italia y que pudo hacer gracias al obligado viaje a Europa. Su amor secreto fue Glenn Ford MacKinney, un hombre casado con una mujer con problemas mentales y con un hijo que había heredado la enfermedad de la madre. Pudo casarse con él años más tarde, en 1915, cuando MacKinney obtuvo el divorcio. Murió en 1916 un día después de dar a luz a su hija Jean.

Su obra más famosa fue Daddy-Long-Legs (1911), así como la continuación de ésta, My Dear Enemy. Papá piernas largas cuenta la historia de una chica, Jerusha Abbott, que vive en un orfanato toda su niñez y que puede estudiar en la universidad gracias a un anónimo benefactor. La novela consta de las cartas que ella le escribe a él, pues esa es la única condición que le pone a la hora de pagarle sus estudios. Tuvo tal éxito que hasta se hicieron unas muñecas y los fondos obtenidos por su venta fueron destinados a la adopción de huérfanos.

La novela fue adaptada al cine y la película fue dirigida por Jean Negulesco en 1955, protagonizada por Fred Astaire y Leslie Caron. Cambiaron un poco el argumento puesto que cuenta la historia de un millonario, mujeriego empedernido, que decide sentar cabeza apadrinando a una joven huérfana francesa de la que termina enamorándose. El rodaje de la película coincidió con la muerte de la mujer de Fred Astaire.

El postdata de la última carta dice así: “Esta es la primera carta de amor que escribo en mi vida. ¿No es una maravilla que haya sabido cómo hacerla?”.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Quiero creer









Llevo bastante tiempo con ganas de dedicar una entrada a mi serie favorita de todos los tiempos, Expediente X.

Por hacer un poco de historia, comenzó en 1993 y ya desde el principio fue todo un éxito. Se emitió en televisión hasta el año 2002 y dicen que no se supo adaptar bien al nuevo panorama geopolítico que supuso el atentado de las torres gemelas de Nueva York. Estoy totalmente de acuerdo, de hecho la serie debió acabar al final de la temporada 7, como era el deseo de David Duchovny. Pero no, Chris Carter, productor y creador, quiso seguir explotando la máquina de hacer dinero y se sacó del bolsillo dos temporadas más que nunca debieron realizarse.



La primera película para la gran pantalla se hizo en 1998 y fue todo un éxito. Ella marca también un antes y un después en la serie puesto que a partir de entonces todo empezó a decaer un poco. Era como un episodio más que se insertó en la trama entre las temporadas 5 y 6. Por aquellos momentos apareció el personaje de Diana Fowley, la tercera en discordia, que aunque no estaba bien trabado, aportó un elemento de interés en la extraña relación de los dos agentes del FBI.

En cuanto a la segunda película, estrenada el pasado julio de 2008, he de decir que a mí me gustó bastante. Al menos se clausuraba la historia con un final más digno que el que había planteado la serie. Era como un episodio clásico en el que Mulder volvía a ser el hombre que no se detiene a la hora de resolver un caso y paradójicamente agnóstico en cuanto a religión se refiere. Dana Scully trabaja ahora en un hospital y se ve enfrentada a los dilemas de la fe y al deseo de que su vida continúe con la calma de esos últimos años en los que los ex-agentes han permanecido relativamente escondidos. Pero como dice Mulder al final, hagan lo que hagan la sombra siempre les perseguirá.

Este verano la Fox sacó un DVD con esos episodios de la serie que era imprescindible conocer para seguir la película y que llegaban hasta la temporada 6 (con lo cual más razón para los que pensamos que debió acabar ahí o poco más adelante). Algunos de ellos coinciden con mis favoritos y consta de lo siguientes capítulos: Piloto (1x01), Beyond the sea (1x12), The Host (2x02), Clyde Bruckman’s Final Repose (3x04), Memento Mori (4x15), Post-modern Prometheus (5x06), Bad Blood (5x12) y Milagro (6x18).

Episodio piloto (1x01): Es de la mano de la agente Scully como nos adentramos en la serie. Su misión desde el principio es la de desbancar el trabajo del agente Fox Mulder, al frente de una unidad dedicada a la investigación de fenómenos paranormales y, por ende, de aquellos casos que no pueden explicarse de una forma lógica. Cuando sus superiores le informan de la naturaleza de su trabajo ya vemos al siniestro personaje de El Fumador, apoyado en un archivador sin decir palabra. Así fue retratado magistralmente en ese memorable episodio de los Simpsons dedicados a los X Files. El momento cumbre es cuando Dana Scully baja al último rincón del sótano donde se encuentra el despacho de Mulder, que al verla entrar, le dice “Aquí el menos querido del FBI” y ya comienza a abordarla con su peculiar personalidad. Ay, chicas, esa corbata, esas gafas… (“Repórtese, Wunderk” – dice el Sr. Denon). En su peculiar despacho destaca el póster con la frase “I want to believe”, que es uno de los leiv motivs de la serie. En el capítulo aparecen elementos que serán constantes a partir de entonces: el viaje a un rincón perdido, un viejo motel, luces misteriosas y, especialmente, una química muy especial entre los dos federales, distintos pero complementarios. Se enclavaría, además, dentro de lo que podría denominarse como un expediente x clásico, con final y abierto cerrado, con un caso de por medio y con elementos de la denominada mitología.

Clyde Bruckman’s Final Repose (3x04): este episodio, junto con Home (4x02) o Chinga (5x10), son de los más terroríficos de toda la serie. En el segundo intervino en el guión Stephen King y cada vez que lo veo y oigo a la dichosa muñequita decir “Quiero jugar”, se me pone la carne de gallina porque si hay algo que me da pavor son las muñecas de porcelana. Home está basado en La matanza de Texas y, lo mismo pasa, ya de ver la casa de esa en apariencia idílica granjita es que dan ganas de echar a correr. Bruckman es este entrañable señor que vaticina que Scully nunca morirá, algo que se nos vuelve a revelar en Tithonus (6x10) en el que aparece ese fotógrafo obsesionado con la muerte que nos recuerda a El fotógrafo del pánico (Michael Powell, 1960) o más de refilón a Blow up (Antonioni, 1966).

Memento Mori (4x15): este episodio le valió a Gillian Anderson un premio Emmy, pues es una magnífica actriz, y está en conexión con los episodios que clausuran la temporada 4 y dan comienzo a la 5, es decir, Gethsemane, Redux I y II, que son mis favoritos de la mitología junto con los que clausuran e inauguran las temporadas 2 y 3, Anasazi, The Blessin Way y Papel Clip. En Memento se confirma el cáncer de Scully y se intensifica la culpa de Mulder por ver hasta dónde llegan las consecuencias por la búsqueda incesante de la verdad. También son los que confirman ese Amor con mayúsculas de Mulder y Scully. Uno de los momentos cumbre de la serie es cuando Mulder va a visitar a Scully al hospital. Ella está dormida y él llora junto a ella. De nuevo se encuentra en un dilema; el Fumador le ha ofrecido unirse a su grupo y así salvarse. Lo ha tentado enseñándole a su hermana, cuya búsqueda es la obesión de su vida. Incluso habla con ella, que le dice que el Fumador es un hombre bueno y es el padre que ella ha conocido toda su vida. Pero Mulder vuelve a la mañana siguiente con la decisión tomada que revela a Scully. Él siempre la escoge a ella, lo que significa la Verdad y la honestidad, el camino adecuado, aunque eso le suponga el no saber. Esa mirada que se echan los dos… una sonrisa emocionada, es irrepetible. Saben que pueden encarcelar a Mulder y como ella está en el lecho de muerte, a punto de morir, son conscientes de que puede ser la última vez que se vean. Y esas manos enlazadas que se resisten a separarse…

El personaje de El Fumador es uno de mis favoritos. En Musings of a Cigarrette-Smoking Man (4x07) sabemos que no sólo está en el meollo de las conspiraciones alienígenas sino también en las políticas, como la muerte de Kennedy o de Martin Luther King. El que además sea el padre biológico de Mulder, como el Darth Vader de La Guerra de las Galaxias, también da emoción a la serie. La frase que más lo caracteriza es aquella en la que dice: “Puedes matar a un hombre, pero no puedes matar la idea que defiende. No sin antes doblegar su espíritu. Eso es algo hermoso de ver”. También es la excusa que le permite mantener vivo a Mulder.

Post-modern Prometheus (5x06): este capítulo debe mucho a la película El Hombre Elefante de David Lynch (1980) y, por supuesto, al Frankenstein de Mary Shelley. Igualmente Twin Peaks, la serie de Lynch (1990-91) también es un referente de Expediente X. La postmodernidad siempre está presente: la mezcla de diferentes niveles de cultura, de géneros, la deconstrucción, las citas, la duda que implica las diversas lecturas de la verdad. Otro episodio que siempre veo enclavado en este apartado es el de Humbug (2x20), el de aquel circo poblado de seres de lo más extraños, como el personaje de Enigma. Es muy ¨Wunderkammer¨, además. Este Prometeo Postmoderno también se enclava dentro de esa serie de episodios divertidos, distendidos, en los que hay autoparodias, como Jose Chung´s “From Outer Space", Small Potatoes, Bad Blood… En muchos de ellos aparecen los divertidos Tiradores Solitarios que son unos freakis absolutos. Tengamos en cuenta que Expediente X surge a la par de la difusión de internet por lo que no es de extrañar que los personajes de estos informáticos locos y paranoicos sean el espejo en el que se miran muchos de los seguidores típicos de la serie.

Y, en fin, como es mi serie favorita y la sigo tanto tiempo podría decir miles de cosas más. Yo recomiedo también leer toda la literatura del ámbito del fanfiction que circula por la red, con muy buenos autores que han venido a completar muchos vacíos sin explicar que dejaba la serie. De entre ellos destacaría a Syntax6, Dasha K., Prufock´s Love, Punk Maneuverability, Jill Selby, Shalimar, Tesla, Brandon Ray o Mish. Incluso en la temporada 8 se hizo un episodio que homenajeaba a estos autores, en concreto a Leyla Harrison, que murió muy joven.

Esta entrada da para mucho. Por lo tanto continuará.

martes, 25 de noviembre de 2008

Encadenada







El cansancio es tal que cuesta dar un paso. “Uno, dos, uno, dos, arrástrate como la serpiente que eres, izquierda, derecha, izquierda, derecha”. La gente camina rápido a tu alrededor, el ruido del tráfico acompaña al martilleo que hay dentro de tu cabeza. Cuánto cuesta mantener el equilibrio, ya ni siquiera tienes el mínimo control de tu vida. Se escapa, como un torbellino, cuando ya es demasiado tarde para hacer nada…

Él está sentado en el banco leyendo el periódico, esperando información, que es lo único que le importa… es incapaz de mirarte a los ojos. Te disculpas por la tardanza. Aunque sólo necesita saber si tienes novedad, tú también le preguntas cómo le va. Te cree de luna de miel, con resaca, en su mirada hay ¿odio, indiferencia? Para él no significas nada eres sólo parte de un trabajo más.

La cabeza se te va, la luz te molesta… Recuerda, no puedes dormirte, necesitas tener los ojos bien abiertos, bien abiertos… Es mi único fin ahora, si antes no acaba todo… y en realidad ya que más me da…

Le devuelves el pañuelo, el de aquella noche en que lo conociste, el que quedó atado a tu cintura. Y, en realidad, para qué, si siempre seguirás estando encadenada. Te mira con sorpresa, segundos de tensión ¿desvela ahora algo esa mirada? ¿Sigue habiendo frialdad, recelo o todavía queda algo de aquella calidez, la llama de un recuerdo? ¿El cinismo y la indiferencia es a causa de los celos, de la traición? No, no… No puede haber nada pues nada mereces.

Tengo que levantarme… Adiós, qué quieres decir con adiós…. Nada, sólo adiós… De pie, un mareo… Siéntate, estás todavía cansada… No, no quiero…. ¿Adónde vas? De vuelta, a “casa”…


Alfred Hitchcock, Notorius, 1946.

domingo, 23 de noviembre de 2008

No te vayas a creer que tú eres los EEUU


El fin de semana pasado no tuve mucho tiempo para escribir entradas y me quedé con las ganas de hablar sobre la película Red de Mentiras. Me gustó y pasé un rato bastante ameno, todo lo contrario de lo que me ha pasado con la nueva de 007. La película era de por sí bastante atrayente a priori pues está dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Leonardo di Caprio y Russel Crowe. Es una adaptación de la novela de David Ignatius.

El tándem Scott y Crowe funciona de maravilla, como ya se pudo comprobar en Gladiador (2000), Un buen año (2006) y American Gangster (2007). La primera me gustó tanto, como ya he señalado, que la vi en el cine dos veces la misma semana. Y la banda sonora, que tendrá sus defectos, la habré escuchado mil veces. La segunda no la vi y supongo que será un pecado. American Gangster fue una de las películas que más me gustó del 2007 aunque allí el verdadero protagonista era Denzel Washington.

En este caso es un Leonardo DiCaprio que está estupendo por lo que creo que definitivamente estoy acabando con esa manía que siempre le he tenido pues terminé bastante harta de Titanic. Dicen que es muy bueno poniendo acentos y que para esta película aprendió con un profesor de árabe todas sus frases. Con el pelo oscurecido y las lentillas marrones le traía un cierto aire a Benicio del Toro y la verdad es que para mi gusto estaba muy favorecido (quién me iba a decir a mí años atrás que terminaría diciéndolo). Rusell Crowe es su contrapunto como jefe y agente de la CIA de despacho, con canas y fondón. Borda su papel.

La película podrá tener tópicos y la historia de amor estará metida un poco con calzador pero desde mi punto de vista es una de las mejores de espías y/o política internacional que he visto en los últimos tiempos y me pareció bastante entretenida, frente a la de Syriana de Stephen Gaghan, producida por George Clooney.

Me quedo con la última frase que le dice Roger Ferris a su jefe, Ed Hoffmann, y que es más o menos la siguiente: "Llévate cuidado. No te vayas a pensar que tú eres los Estados Unidos".

Sin más comentarios.

Otherside y Recuerda






Me gustan mucho la canción y el vídeo de Otherside de los Red Hot Chili Peppers. La canción está dentro de su álbum Californication y el vídeo fue dirigido por Jonathan Dayton y Valerie Faris en el año 2000.

Los directores se inspiraron, según ellos, en muchas de las imágenes del expresionismo alemán y del surrealismo, más en las pinturas que en el cine. También citan El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920).

A mí también me recuerda a la famosa secuencia del sueño onírico de la película Recuerda de Alfred Hitchcock (Spellbound, 1945), con los escenarios diseñados por Dalí. Una de mis películas favoritas, que gira en torno a la culpa y el psicoanálisis, protagonizada por Gregory Peck, Ingrid Bergman y Norman Lloyd. Dalí ya había trabajado conjuntamente con Buñuel en El perro andaluz (1929). Produjo más de cien bocetos y cinco pinturas al óleo. Parece ser que la secuencia fue rodada por William Cameron Menzies y duraba originalmente más de veinte minutos que al final se quedaron en dos. Rodó los tejados en miniatura, el sueño de la casa de juego y el corte de las cortinas llenas de ojos.

Hitchcock señaló sobre esta secuencia: "Utilicé a Dalí por su gran ejecución gráfica. Deseaba presentar los sueños con una gran nitidez y claridad visuales, más precisos que el propio film... Chirico posee la misma cualidad: las largas sombras, la infinitud de la distancia y las líneas convergentes desde la perspectiva".

Aprovecho, pues, para guardar en mi gabinete un vídeo y canción que me gustan junto con una de las secuencias del cine clásico que más me apasionan.



sábado, 22 de noviembre de 2008

Quantum de cansancio


Ha sido una semana particularmente intensa. Más de lo habitual. Por eso no ha sido muy buena idea ir a ver hoy Quantum of Solace, la nueva de 007. No me han emocionado especialmente los títulos de créditos y hasta confieso que me he dormido... Con tanta cabezadita no me he enterado bien de la película y de camino de vuelta a casa, intentando darle algo de sentido veía que no había manera. Algo así como que hay un dictador malo que tiene que firmar unos papeles con unos malos malísimos que le han quitado el agua al pueblo y que ahora tendrá que ser manejado por ellos y pagar el agua a precio de oro...

To cut a long story short, como Zapatero, nacionalistas y regionalistas varios, Plan Hidrológico derogado, trasvase del Ebro incluido y nuestro castigado Levante, con Murcia a la cabeza. En fin, menos mal que estaba Daniel Craig que si no lástima de dinero y tiempo perdido.

P.S. Vale que Quantum of Solace significa algo así como Consuelo mínimo... Poco consuelo para mi cansancio. Me hacía mucha ilusión ver esta película pero me quedo sin duda con Casino Royal, por bueno que sea el director de esta última.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Lecturas reunidas


Os invitamos a participar en Lecturas Reunidas, un rincón donde compartir aquellas novelas que vamos leyendo y donde enlazar entradas sobre literatura que escribimos en nuestras bitácoras. Una sala de lectura donde a ratos prime el silencio y la concentración pero que, en su mayor parte, se propicie la discusión literaria, la aportación de visiones personales y la crítica constructiva.

Espacio para bibliófilos y aficionados a las novelas de todo género.

Una pequeña biblioteca en construcción que irá creciendo gracias a vuestras aportaciones.

martes, 18 de noviembre de 2008

Wunderkammer y "A Murder Mistery"



La referencia a la novela The Cabinet of Curiosities de Preston & Child a la que aludía el gran Rentero en la entrada anterior me ha animado a escribir sobre un tema que siempre me ha interesado, el coleccionismo en relación con la novela de misterio.

El coleccionismo es un fenómeno muy complejo y sobre el que podríamos estar hablando mucho tiempo. A eso se dedica en parte ese amigo a veces enemigo algo gruñón que se pasea de vez en cuando por este blog y que es mi alter ego, el señor Denon Wunderk. Seguro que me riñe por frivolizar.

Freud analizó el coleccionismo desde el punto de vista del psicoanálisis y Muensterberger desde la psiquiatría. El primero pensaba que era un sustituto anal y erótico por lo que el coleccionista era una especie de Juan Tenorio frustrado. Así, según él, un niño sería un acaparador nato de cosas pero al crecer, al estar en fase sexualmente activa, no se interesaría tanto por el coleccionismo pero al llegar a la vejez vuelve a ser un acumulador. Y. Sánchez ha hablado incluso de coleccionistas viejos que se rodean de mujeres jóvenes como Lord Hamilton, que también retrató mi adorada Susan Sontag o el protagonista de Lolita de Nobokov o el don Lope de Tristana del maestro Pérez Galdós.

Muensterberger señaló que la acumulación de cosas, su adquisición y posesión serían como la sustitución de una pérdida, de una privación, ligado en ocasiones a un hecho traumático. Estos objetos pueden tener propiedades mágicas, ser talismanes, por lo que ya hablaríamos de fetichismo.

La obsesión acumuladora también puede llegar a lo patológico, cuando se llega a extremos en los que uno acopia cosas de poco valor, cayendo en la neurosis de la acumulación, lo que se conoce como síndrome de Diógenes.

Los asesinos en serie también son en cierta forma coleccionistas. El primero o más reconocido de la historia fue Gilles de Rais, cuya sola mención ya pone la carne de gallina. A él lo cité cuando en una entrada anterior hablaba de Juana de Arco. Mejor no relatar aquí todas las tropelías de este personaje del que se dice que llegó a invocar al diablo y éste no se le quiso aparecer.

En la literatura también encontramos múltiples casos de asesinos en serie como coleccionistas comenzando por el Enrique VIII de Shakespeare hasta llegar a la novela actual, como El Perfume de Suskind. Me refiero a ese asesino que no huele a nada pero que tiene un olfato extraordinario y que busca el perfume perfecto (por cierto, caso extraño, me gustó más la película que el libro). Ya Rosa Montero en Te trataré como a una reina hablaba de un coleccionista de perfumes.

Muchas novelas o películas de misterio o de asesinos llevan la palabra colección en su título. Por ejemplo, El Coleccionista de Huesos, es una película rodada en 1999 basada en la novela de Jeffrey Deaver en la que aparece el detective cuadrapléjico Rhyme, interpretado por Denzel Washington. O Kiss the Girl (1997), que en España se llamó El coleccionista de amantes, con el detective Alex Cross, personaje creado por Patterson, del que he leído algunas novelas. El asesino es un Casanova obsesionado por mujeres jóvenes. Morgan Freeman interpretaba a Cross, al igual que en la película rodada cuatro años más tarde, La hora de la araña. Aunque a mí Morgan Freeman me gustó en esa gran película que fue Seven, que es un guión original y que no está basada en ninguna novela.

Podría dedicar una entrada específica a libros que tienen como escenario una cámara de las maravillas o gabinete de curiosidades. Pero para ir abriendo apetito yo destacaría dos novelas escritas por españoles, El gabinete de las maravillas de Alfonso Mateo-Sagasta, que es más detectivesca y, muy especialmente La cámara de las maravillas de Luis María Carrero, que está muy bien escrita y que traduce de forma magnífica el espíritu de estos microcosmos propios de los siglos XVI y XVII que sobre todo existieron en el centro de Europa.

Mi fascinación por las Wunderkammern es enorme y en cierto modo soy una coleccionista de coleccionismo, una coleccionista de Wunderkammern. Me decía Rentero el porqué del título de mi blog. Sobre todo es por esa afición que también es objeto de estudio. E igualmente porque en cierta forma veo las bitácoras como una especie de gabinetes de curiosidades, en las que una persona crea entradas y las etiqueta, como si estuviera ordenando los estantes o los cajones de esa gran biblioteca, archivo, gabinete o museo que es su propia memoria.

jueves, 13 de noviembre de 2008

A Murder Mistery








Soy una apasionada de las novelas de misterio. Ya desde pequeña acompañaba a Los Cinco de Enid Blyton en sus aventuras. Pero fue definitivamente con Alfred Hitchcock y los Tres Investigadores cuando se destapó del todo esta afición. Recuerdo novelas magistrales como Los tres investigadores y el gato de trapo. Aquel Jupiter Jones era un niño prodigio con una inteligencia desbordante ¡los misterios que lograba resolver!

Eran lecturas que siempre quedaban reservadas para los veranos, o ya de mayor, incluso, las leía a escondidas en etapas en que he necesitado desconectar de algo aunque sintiendo cierta culpabilidad por parecer que estaba perdiendo el tiempo (lo malo del investigador, que de por vida es un eterno estudiante). Nunca he leído tanta literatura clásica como cuando tenía quince años. Así que, por supuesto, por entonces disfruté con algunas de las novelas de Agatha Christie o leí clásicos que conocía por el cine negro como El halcón maltés de Hammett. También leí todo lo que pude de Sherlock Holmes, el rey de los investigadores creado por Sir Arthur Conan Doyle. Ya, en los últimos años, he descubierto al autor que en parte se encuentra en el origen de este tipo de género literario, Mr. Wilkie Collins. El conde italiano que aparece en La dama vestida de blanco (1860) es uno de los antagonistas más extraños con los que me he topado. Un hombre tremendamente gordo y misterioso que atrae a las mujeres, una especie de atracción fatal que también está presente en las historias de vampiros.

Muchos de estos libros con series de detectives los he leído a la inversa, desde la mitad hacia atrás o hacia adelante. He leído casi todo lo de Patricia Cromwell, especialmente las novelas protagonizadas por la doctora Skarpetta. O las de Michael Connolly con su detective Harry Bosch, que vive en una casa colgante semiderruida por los terremotos en Los Angeles. O las de Anne Perry, con ese Londres fascinante del siglo XIX y la pareja formada por el amnésico y misterioso Monk y la valerosa enfermera Hester. Y últimamente he leído toda la serie de novelas de Charlie Parker de John Connolly, pues me atrae ese aire fantasmagórico que desprenden, la lucha titánica entre el bien y el mal, esos ángeles negros atormentados que nos acechan. En un polo opuesto, tanto por el tono como por trasladarnos del oscuro Maine a la soleada California, estaría la desenfadada detective Killsey Millhone, de Sue Grafton, con el alfabeto del crimen. También es muy atrayente el detective sueco Kurt Wallander, creado por Mankell, y me gustó especialmente en Los perros de Riga. Mi pareja favorita de la literatura española es la de los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, personajes creados por ese gran escritor que es Lorenzo Silva.

Me gustan muchísimo las dos novelas que ha escrito el irlandés John Bemville bajo el pseudónimo de Benjamin Black. Su protagonista, el médico forense Quirke, es un personaje fascinante que cumple muchos de los tópicos que tienen estos detectives, es decir, problemas con el alcohol o con las relaciones familiares.

Podría seguir con el cine y las series de televisión y estaríamos hablando hasta mañana. Seguro que si tuviéramos que elegir una pareja del cine negro todos nos quedaríamos con Humphrey Bogart y Lauren Bacall. De los últimos tiempos escogería la adaptación de la novela L.A. Confidential escrita por James Elroy y, cómo no, una de las películas con las que más miedo pasé, El silencio de los corderos.

Este tema daría para muchas entradas… Porque ahora estoy pensando en esas parejas de policías míticas del cine y las series de televisión, tanto chico-chico que juegan a poli malo poli bueno (o poli algo loco como el sargento Martin Riggs, que ha de soportar el pobre Murtaugh, en Alma Letal), como chico-chica que viven eso que en el fanfiction llaman UST, unresolved sexual tension. Por supuestísimo, mis favoritos son Mulder y Scully. Ese enfrentamiento de opuestos que se complementan, donde uno aporta la intuición y lo paranormal, y la otra la racionalidad de la ciencia pero también la fe a partir de la religión, ha dado lugar a momentos únicos en la historia de la televisión (sé que no soy objetiva...). Detrás de ellos están Laura Holt y Remington Steel o Maddie y David de Luz de luna… los buenos ratos que he pasado yo viendo estas dos series. De los últimos tiempos me gustan la doctora Brennan y Booth de Bones aunque han querido imitar a los inimitables, mis queridos fibbies de Expediente X, que siempre serán los mejores, al menos hasta la temporada 7 de la serie incluyendo las dos películas para la gran pantalla.

Y… bueno… ¡Cuántas cosas se quedan por decir! Seguro que me las dejo en el tintero.

P.D. Amenazo con seguir.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Rememorando un instante




Hablando el otro día de un insólito y precioso arco iris de otoño decía que a veces uno quisiera captar ese instante fugaz en el que se vive una sensación única. Capturarlo a partir de una imagen, lo cual no siempre es posible. Por ello buceo en esa gran memoria visual que es la red de redes para ver si encuentro una imagen que rememore uno de mis recuerdos favoritos de la ciudad de la luz. Pero no la puedo encontrar igual.

La segunda vez que viví en París lo primero que hice fue montarme en el metro y parar en la estación de Tuilleries para poder volver a sentir el típico golpe de viento a la salida del subterráneo. Levanté la vista y saludé a la dorada estatua de Juana de Arco en la place des Pyramides, ante el telón del Hotel Regina, la rue de Rivoli y el Museo del Louvre, mientras el sol me abrazaba por la espalda en ese momento justo del atardecer. Algo que había hecho muchas tardes seis años atrás, en automático camino a un maravilloso centro de documentación donde cada día me sumergía, feliz, entre los libros de sus estanterías. En ese preciso momento volvía a rememorar todos esos golpes de viento, los saludos dorados, los abrazos de sol. Me embargó entonces una gran emoción.

A veces aparece como un rayo en mi memoria cuando me topo con París o cuando suenan las maniobras orquestales de unos tambores al galope, rítmicos y contundentes. Los de la Dama de Orleans.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Blue Sunday





El domingo por la tarde suele ser uno de los momentos de bajón de la semana, algo así como los lunes por la mañana ("I don´t like Mondays, decía la famosa canción de Bob Geldof que relataba un trágico suceso real que le aconteció a un niño que se suicidó).

Siguiendo con la nostalgia otoñal, inevitablemente me retrotraigo a los momentos de mi infancia. Los domingos por la tarde solíamos pasarlos en casa de mi abuela, donde sus hermanos y sus hijas iban a visitarla, tanto a ella como a mi bisabuela, para terminar jugando al parchís y tomar riquísimos cafés con leche y galletas María. Los hombres iban a la Condomina o si el Real Murcia jugaba fuera entonces oían la radio o veían la televisión para ver cómo se desarrollaba la liga. Creo que entonces estaba el Estudio Estadio 1 y luego a partir de las 9 ponían el Estudio Estadio 2. O lo mismo eso sucedió mucho más tarde..., no lo sé. Ese día comíamos allí, por lo general arroz o asado, bajo el espejo de sastre de mi abuelo y una espléndida acuarela de Victorio Nicolás de una de sus típicas casas huertanas con parra y palmeras. La televisión estaba puesta todo el día y recuerdo programas como La Casa de la Pradera, más tarde la reposición de Curro Jiménez, el cine mudo de Chaplin y Buster Keaton y, sobre todo, la serie de anime japonés Candy Candy.

Aquellos dibujos animados no se los perdían muchas de aquellas chicas que habían crecido viendo Heidi, Marco o La Abeja Maya pero que ya a esa edad se sentían identificadas con las aventuras y desventuras de esta niña huérfana que crecía en un orfanato, como Ana de las Tejas Verdes y luego era adoptada por una familia, sobre todo cuando Candy crecía y vivía sus amores platónicos con Anthony primero y Terry después. En España la serie finalizó antes de tiempo, cuando este último se marchaba a América. Parece que tuvo un final un tanto triste y rocambolesco por lo que, sabiendo lo que pasó después, fue casi mejor que la serie acabara ahí. Candy Candy era de lo más romántica y lacrimógena, aún así, una, que es un tanto masoquista para estas cosas, disfrutaba muchísimo con todo el drama. Todavía recuerdo la letra en japonés del comienzo y final de la serie. Era un recuerdo que quería archivar en uno de los estantes de esta Wunderkammer. Así que ahí queda, convenientemente archivado y minuciosamente etiquetado.



sábado, 8 de noviembre de 2008

Murcia Freak Weekend

Ya que ha quedado proclamado el Murcia Freak Weekend dedico esta entrada a Ventimiglia y a Sushi de Anguila, muy especialmente a este último, por su afición, que comparto de pleno, por la exquisita gastronomía japonesa. Espero que me perdonen semejante frikada.

Siéntesen y disfruten del Big in Japan de los Alphaville, uno de los grandes grupos alemanes de los años ochenta. Por cierto, su página web es estupenda (www.alphaville.de).

(Entre tanta nostalgia y frikismo estamos arreglados... ¡y lo bien que lo pasamos!)

viernes, 7 de noviembre de 2008

I love to hate you





Acabo de venir de ver High School Musical 3... cosas que tiene la vida, un pequeñín inconveniente para la mejor y más gigante de las ventajas. Como vengo con cuerpo de música y hoy es friday night me apetece sacar el lado más frikie y colgar aquí una canción que siempre me anima, el I love to hate you de Erasure. El video también me gusta mucho, sobre todo en ese momento memorable en que Andy Bell va taconeando por la pasarela llena de agua mientras Vince Clark va volando por los aires con su sintetizador todo vestido de blanco.

En momentos de tensión he llegado a recrear canción y vídeo en la cabeza y la verdad es que me ha dado resultado. Sería todo un show el que, cuando alguien te estuviera fastidiando, apareciera de la nada, como en un musical, un telón por detrás y todo se convirtiera de súbito en un escenario discotequero como el del vídeo y uno, así de repente, todo vestido de cuero negro y rojo, se pusiera a cantar a grito pelado "cómo amo odiarte" a la vez que se echa unas palmaditas y taconea con fuerza en un suelo repleto de charcos.

Se le considera un himno gay, como le ocurre al I will survive de Gloria Gaynor, y ambas canciones tienen el poder de resucitarte. Y es que Erasure te defrauda muy pocas veces y por lo general son vitales a más no poder.

Así que, para un mal día, ya se sabe:

"Oh I like to read of murder mystery
I like to know the killer isn´t me
Love and hate what a beautiful combination
Sending shivers make me quiver
Feel it sliver up and down my spine"

martes, 4 de noviembre de 2008

Más nostalgia de otoño



Siguiendo con esta nostalgia otoñal que nos asola y para acompañar la entrañable entrada de Athena dedicada a la muñeca Nancy, que cumple cuarenta años, dedico el post al cómic favorito de muchas de las chicas que fueron niñas o adolescentes a finales de los setenta y comienzos de los ochenta. Yo no conservo ninguno de la época, aunque hace dos cumples me regalaron dos, lo que me hizo mucha ilusión. Ahora estoy comprando los volúmenes que está editando Glénat, tanto los de la Esther de antes, que son los que más me gustan, como los de la Esther de treinta y tantos de ahora, con los dibujos de Purita Campos.

Me traen recuerdos de los veranos con mis tías y mi madre, que leían algún que otro libro pero que sobre todo vaciaban los kioskos de novelitas rosas que se consumían en un día o dos, para hacer las largas siestas más llevaderas. Menudos clubes de lectura que formábamos, mientras los rematadamente cansados hombres que madrugaban para ir a pescar nos amenizaban con sus ronquidos. A veces sonaba flojito la música de Nat King Cole para compensar y el recuerdo también tiene sabor a pipas saladas. A mí me solía tocar un tebeo de Lily con lo cual siempre me apuntaba a recargar municiones.

Una se sentía cómplice de la pecosa Esther y vivía con ella sus aventuras, su mal de amores con el guapo Juanito que, como se ha dicho, fue toda una premonición de David Beckham, pues no sólo se le parece físicamente sino que también es un futbolista adorado por las chicas, su complicada relación con su amiga Rita o con su guapa hermana Carol, los problemas con su madre y el buenazo de su padrastro o las picias que le hacía la mala de Doreen. Qué recuerdos.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Suspense en el Transiberiano



Este fin de semana ha habido más suerte con el cine. El anterior fui a ver Max Payne imaginándome, no sé por qué, una película policíaca pero con un tinte del más allá, algo así como las novelas del detective Charlie Parker de John Connolly, de las que soy seguidora y he leído todas. Supongo que por el cartel y el trailler me esperaba una historia como la que se cuenta en El Ángel Negro. Pero al final la película me aburrió un poco aunque hay que reconocer que los efectos especiales estaban bien. Debió ser por ir con una idea preconcebida ya que resulta que la película proviene de un videojuego de culto y sobre esos temas tengo muy poca idea. Aún así hay algunas concomitancias entre Payne y Parker: ambos han perdido a su mujer y a su hijo/a pequeño/a y ese pasado les atormenta. Me acordé de Sushi (Hora de Pensar) porque salía la guapa Mila Kunis.

Esta semana ha tocado Transsiberian y la verdad es que no ha estado mal. Película de suspense en un ambiente cerrado y claustrofóbico como es un tren que termina convirtiéndose en estuche de muerte, parafraseando a Susan Sontag. Los actores muy bien: Woody Harrelson, Emily Mortimer, Kate Mara, Eduardo Noriega y Ben Kingsley. Lo de la pareja en apariencia normal que se encuentra con la joven pareja en apariencia más rebelde me ha recordado un algo a Kalifornia (1993). Noriega dice que los personajes son como las muñecas rusas, las matrioskas, y en efecto, así es, pues van desvelando poco a poco su personalidad. Ahora que empieza el frío apetece ver películas con paisajes nevados y es una pena que Expediente X 2, Creer es la clave no se estrenara en esta época. No digo nada más para el que la quiera ver, porque lo mejor es ir siempre al cine sin saber con certeza lo que te encontrarás, para no crearte falsas expectativas, que es lo malo que tienen los traillers.

Solamente añadir que la música de Alfonso Villalonga me ha gustado bastante. Y que es una coproducción española, alemana, británica y lituana. El director es Brad Anderson que también dirigió El maquinista y el productor y director de fotografía son españoles.


Kimi nakute


kimi nakute
makoto ni tadai no

kodachi kana


De no estar tú
el bosque sería
demasiado grande.

Isaa Kobayashi (1762-1826)