En mi tierra llueve en un solo día lo que tendría que llover en varios meses, años, incluso. Un
tsunami de agua dulce asoló todo en un instante, arrasando lo que se encontró a su paso. Lo peor, la pérdida de vidas humanas. También, aunque en menor medida, las materiales, que vienen a sumarse a la tragedia del terremoto de Lorca del año pasado. El único consuelo que nos queda es comprobar, una vez más, la utilidad de los pantanos, que evitaron una desgracia mayor, la acción de los cuerpos de seguridad y emergencias, las historias individuales de los héroes que salvan vidas, a veces a costa de las suyas propias...
Y asomarse a la ventana, tras el amanecer, y ver que después de la tormenta, siempre luce el sol.
De momento.
Foto: Wunderkammer (Instagram).