La procesión desfila, y tras algunos pasos ruedan sobre carritos las largas tubas, seguidas de los arcaicos tambores, que han de dar son lúgubre en las paradas. Suenas las tubas destempladas, que es empresa tremenda la de llenar de aire larguísimo instrumento, y redoblan los tambores con compás arcaico y lúgubre. Y así desfilan los pasos llevados en andas por los hombres de la huerta murciana, con sus calzones moriscos y sus medias repicadas, y acompañados por la emoción de todo un pueblo.
José María Cossío (1958)Imágenes: exposición "Los nazarenos de Mariano Ballester", Museo Salzillo de Murcia (abril-junio 2011)