Yo digo: si encuentro otra palabra para decir arcano, encuentro sólo la palabra Praga. Es turbia y melancólica como una cometa, como impresión de fuego su belleza y serpentina y oblicua como en las anamorfosis de los manieristas, con un halo de lugubridad y desmoronamiento, con un gesto de eterno desencanto...
Angelo Maria Ripellino, Praga Mágica (1973)
No viene a ver cómo se clava
tu más fina torre en el cielo
ni si tu nieve es un pañuelo
sobre los puentes del Moldava...
Rafael Alberti, La primavera de los pueblos (1902)
Resek no había entendido nada. Miraba hacia el puente de Malá Strana, junto al lugar iluminado por las luces. Bohusch continuó:
- Conozco a mi querida Praga hasta el corazón. Hasta el corazón- repitió, como si alguien hubiese puesto en duda su afirmación- pues esta zona, junto con el Hradshin, es su corazón. En el corazón se encuentra siempre lo más secreto y no se imagina usted cuántos secretos guardan esas viejas casas...
Rainer Maria Rilke, Dos relatos praguenses (1899)
Atravesé el puente de piedra con sus estatuas de santos y la de Juan Nepomuceno en pie. El río espumaba de odio contra las pilastras. En un duermevela, mi mirada cayó sobre la hundida cerámica de Santa Lutgarda con los tormentos de los condenados: la nieve recubría de un espeso cojín los párpados de los penitentes y las cadenas de sus manos elevándose implorantes al cielo...
Gustav Meyrink, El Golem (1915)
Esta sería una buena ocasión, se dijo, de dejarme llevar por la desesperación, si me encontrase aquí por efecto de la casualidad y no por mi voluntad
K. en El Castillo, Franz Kafka (1926)
Hay lugares mágicos en los que uno se perdería de vez en cuando. Los transitaría de un lado a otro en soledad, al amanecer o con el crepúsculo, entre brumas y sombras. Con tan sólo el ruido de las caudalosas aguas del Moldava y de los susurros fantasmales de los ecos del pasado. Algunas voces hablarían de tragedias, como la del vicario de Nepomuk que tiraron al río, según la leyenda, por conservar secretos que nunca debían ser revelados. Hablarían de las batallas libradas, como la de los husitas o las de los suecos, con sus motines y saqueos. De defenestraciones, de masacres, de traiciones, de mentiras y desengaños. Pero también, por qué no, otras voces hablarían de la esperanza por lo inalcanzable y de los sueños que quieren asemejarse a la luz.