Queridos lectores de esta bitácora: últimamente tengo la Wunderkammer un tanto olvidada por lo que en primer lugar me gustaría pedir disculpas. Este verano me apunté en una de mis muchas libretas temas sobre los que quería compartir pensamientos o pensatiempos como diría un amigo. Porque no sé si lo sabrán pero me encantan las libretas y los bolígrafos originales... que no lo digo yo porque pronto vaya a celebrar mi onomástica, no. Aún así tampoco es que las libretas me ayuden a ser más ordenada porque en esa cuestión yo creo que ya soy un caso perdido. Ni Ikeas cerca de casa, ni una carrera universitaria en Documentación, ni mis indagaciones sobre la memoria, museos, archivos y demás... yo ya no tengo solución.
Pero bueno, dejemos a un lado las libretas, que yo quería pararme en la cuestión de las ideas. Que no es que me falten, no, que el problema es la falta de tiempo o mi mala organización. Pero quiero reactivar este pequeño rincón, este pequeño gabinete "ecléctico" que con tanto acierto ha definido mi amigo I. de Ni está ni se le espera. Porque no es sólo esta Wunderkammer, es que en la vida real creo que esa definición me viene al pelo. No tanto en la primera acepción de la RAE sino en una variante de la segunda (escuela filosófica que procura conciliar las doctrinas que parecen mejores o más verosímiles, aunque procedan de diversos sistemas) o mejor, tal y como se entiende en la historia del arte. Ecléctico viene del griego "eklegein" y la idea es elegir de aquí y de allá y llegar a un todo orgánico... o al menos intentarlo. Ya, ya sé, ya, puede que no sea muy original... pero tampoco es lo que se pretende. A lo mejor es más cuestión de versatilidad, aunque ello implique cierta volubilidad.
Y yo que quería empezar con uno de los temas que tenía apuntados en mi bonita libreta negra de bordes plateados de Jordi Labanda.... Al final prácticamente he terminado hablando del tiempo. Que por cierto, lo loco que se pone en esta época del año...
Mañana será, Dios mediante. ¡Ah! A lo que iba... Muchas gracias por estar ahí.
P.S. La foto que ilustra la entrada me la regaló mi amiga E. que recopila magníficas imágenes en sus colecciones que ella almacena en su Facebook. Ya en otra ocasión me regaló un fantástico sombrero de Greta Garbo. Esta vez la bella dama es obra del pintor italiano neorromántico Vittorio Corcos (1859-1933). Gracias, querida E. y que sigas deleitándonos con tus estupendas colecciones.