Lo que más me ha gustado de la película Shutter Island es la brillante introducción con la llegada a la isla de los dos guardias judiciales a través de una travesía en barco. La banda sonora es muy inquietante y me ha recordado al tema Dazzle Ships de los OMD, que adjunto aquí y que nunca hubiera pensado que existía en Youtube. Pertenece al álbum más experimental de Maniobras Orquestales en la Oscuridad y está muy bien realizado puesto que va indicando la procedencia de los extraños ruidos que se van escuchando. De un submarino, por cierto, y además de una de mis películas favoritas de siempre, Das Boot (1981, Wolfgang Petersen).
Pero volvamos de nuevo a la película de Martin Scorcesse, aunque poco más reste por decir. A pesar de su corrección y de la buena fotografía termina haciéndose aburrida y, tal y como han dicho los críticos, es muy previsible. Algunas escenas oníricas tienen su aquel y hasta tienen reminiscencias hitchcocknianas. Es más, al salir del cine hasta he llegado a imaginar en cómo hubiera rodado la película el mismo Alfred Hitchcock.
Todo el tiempo me he estado acordando de un libro que me leí hace millones de años, Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena, del que prácticamente no recuerdo nada y que me encantaría releer. Como en el cine te dan un folletito con el primer capítulo del libro en el que se basa la película -escrita en 2003 por Dennis Lehane-, incluyo un párrafo que me ha llamado la atención:
Todo el tiempo me he estado acordando de un libro que me leí hace millones de años, Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena, del que prácticamente no recuerdo nada y que me encantaría releer. Como en el cine te dan un folletito con el primer capítulo del libro en el que se basa la película -escrita en 2003 por Dennis Lehane-, incluyo un párrafo que me ha llamado la atención:
Hace más de veinte años que no pongo los pies en la isla; sin embargo, Emily afirma (algunas veces de broma, otras en serio) que no está muy segura de que jamás me haya marchado de allí. Una vez me dijo que para mí el tiempo es sólo una colección de puntos de libro que utilizo para avanzar y retroceder en el texto de mi vida, y así poder regresar una y otra vez a los acontecimientos que me marcaron, a los ojos de mis colegas más inteligentes, como si tuviera todas las características del típico melancólico. (...)
Últimamente pierdo las cosas con demasiado frecuencia, especialmente las gafas, y también las llaves del coche. Entro en las tiendas y me olvido de lo que quería comprar, salgo del teatro y soy incapaz de recordar lo que acabo de ver. Si es cierto que para mí el tiempo es una colección de puntos de libro, entonces me siento como si alguien hubiera sacudido el libro, y como si esas amarillentas tiras de papel, las tapas rasgadas de las cajas de cerillas y los palitos para remover el café, hubieran caído al suelo, y como si las cubiertas manoseadas hubieran sido alisadas.